El formato SVOD: una serie de reflexiones

¿Qué más se puede esperar de un producto capitalista si no es la idealización de una circunstancia igual de penosa que sus antecesoras en aras de persuadirnos a la obtención de ese estímulo?

Imagen: Ramny Toralba
Por Farina Rodríguez

El formato SVOD: una serie de reflexiones

Que quede constancia de que la inmediatez bajo la que lideramos nuestras vidas ahora mismo también tiene formato on-demand. ¿Cómo se veía el fanatismo de series y programas de televisión o de radio en la era de nuestros padres o abuelos? ¿Cuál era la extensión de ese universo ficcionalizado al que nos introducimos durante cincuenta minutos? ¿Dónde empieza y dónde termina ese pacto acordado, pero jamás vociferado, entre la tele y el espectador? ¿Qué tanto compartimos, más allá de la brecha generacional que condiciona nuestra apreciación del pasado? Pero sobre todo, entre la amplia gama de alternativas y suscripciones a plataformas y medios de streaming, ¿cuál es el plan que se adapta mejor a nuestras necesidades?

Si la constante proliferación de contenidos multimedia en formato on-demand responde a un producto más de una cultura que prioriza la estimulación instantánea, o si es el resultado de un progreso acelerado de la tecnología y de las redes sociales en el que las corporaciones y los grandes monopolios explotan las tendencias modernas para beneficio propio, no es una discusión que ofrezca respuestas completamente satisfactorias. Personalmente, me oriento a ambas afirmaciones para declarar que la naturaleza del formato on-demand no es del todo benigna, ni en la promoción de contenidos progresistas y mucho menos en el velo de participación activa que ha conferido tan equívocamente al usuario: ¿Qué más se puede esperar de un producto capitalista si no es la idealización de una circunstancia igual de penosa que sus antecesoras en aras de persuadirnos a la obtención de ese estímulo?

El nuevo formato de consumo de entretenimiento predilecto responde a las siglas SVOD: Subscription Video On Demand o Suscripción del Video Bajo Demanda. Un modelo de visualización de contenido que permite tener mayor control sobre las series, películas y otras expresiones multimedia que se consumen. La grandeza de este modelo, yace en la oportunidad de manipular los contenidos que se visualizarán, sobre todo si se le compara con otros formatos como lo sería la televisión por cable o la renta de programas y películas en espacios destinados a ejercitar esta actividad como un negocio (ej. el fenómeno Blockbuster durante las décadas ochenta y noventa). Es cierto que las plataformas que promueven el formato SVOD han generado una serie de obras memorables que se han hecho de un lugar bastante sólido en la cultura popular. En la mayor parte de las ocasiones tendemos a pensarlas como productos de calidad cuyo éxito se ve gestado en gran parte por el formato SVOD, lo que habremos de recordar es que estos productos se encuentran elaborados desde sus raíces bajo una óptica elitista y privilegiada, cuyos exponente principales se han encargado de extender su influencia hasta las redes sociales, abusando y explotando la popularidad bajo la que se concibieron para mantener su preponderancia.

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En tanto a contenidos populares habrá que afirmar que su calidad se debe más bien a las demandas de la audiencia y no precisamente a las condiciones propuestas por la plataforma. Que los espectadores demanden productos un tanto más elaborados con narrativas interesantes se explica mediante un proceso orgánico de las sociedades contemporáneas, un efecto que tarde o temprano sucedería con o sin intervención de la plataforma SVOD, cuyos cimientos enraízan en la disponibilidad de información en la actualidad, de la misma manera en que otras tantas generaciones han requerido de múltiples expresiones culturales para retratar historias memorables. Pero es importante que no olvidemos las características de aquellos contenidos que demandamos. Entre las series más populares que se pueden atribuir al éxito de la plataforma destacan las series adolescentes, en las que se retrata de una manera descuidada la identidad de los menores de edad, que ha traído consigo múltiples conductas controversiales, como la representación cosificante de los jóvenes mientras que se siguen promoviendo estigmas tradicionales sobre la conducta juvenil. El problema yace –y no es exclusivo de la plataforma ni de las generaciones actuales– en la idealización de los valores promovidos por las series y otros productos multimedia, un efecto que no ha otorgado suficiente espacio para la crítica y que tampoco se ha podido desprender de una inclusión forzosa de la diversidad y la pluriculturalidad. Desde este espectro podemos decir que tanto la generación de nuestros padres como la nuestra comparten una fijación por contenidos imperfectos, cargados de clichés y recursos sumamente conocidos que, en raras ocasiones, se atreven a elegir productos atípicos.

La otra gran contradicción del formato SVOD recae en el supuesto de que los usuarios tienen completo control sobre el catálogo de contenidos. Moldeadas a semejanza de las redes sociales, las plataformas SVOD cuentan con un algoritmo propio que manipula el contenido a sugerir mediante las visualizaciones que se realizaron con anterioridad (Suárez-Cousillas, Martínez-Fernández & Sánchez-Amboage, 2019). Pero no pretendamos que esta es una técnica completamente reprochable, las redes sociales y las plataformas requieren de estrategias para retener usuarios y están diseñadas para mantener periodos fragmentados de nuestra atención constantemente. El problema podría encontrarse en la completa evasión de este conocimiento. Si nos referimos a alternativas que posibilitan la participación activa de los espectadores, ¿la sumisión ante el uso del formato SVOD no contradice los principios del mismo? Aunque esta es una conducta muy difícil de ejercitar en la realidad tomando en consideración la incesante exposición a estímulos, también podemos afirmar que las expresiones de pasividad ante la pantalla se han transformado, más no se han erradicado, es sólo que ahora nos sometemos de una manera distinta delante al entretenimiento.

Permítaseme decir que el formato SVOD no es tan terrible como se ha bosquejado anteriormente, la animosidad que puede percibirse refiere más bien a una carencia de reflexiones colectivas acerca de la influencia del fenómeno y no a la condena de la plataforma. Pienso que son mayores las semejanzas que existen entre el método de entretenimiento de una generación y otra, el reto permanente a enfrentar yace en el consumo autómata del producto, un padecimiento que ha afectado a las sociedades desde el inicio de su consolidación; pero esto habrá de ser discusión activa, no la mera sumisión ante la propuesta.

Referencia

Suárez-Cousillas, T., Martínez-Fernández, V. A., Sánchez-Amboage, E., (2019). Audiencia de plataformas SVOD. El caso de Netflix, Blockbuster, Hulu y HBO. Universidad de La Coruña. Recuperado de: https://www.researchgate.net/publication/334604413_Audiencias_de_plataformas_SVOD_El_caso_de_Netflix_Blockbuster_HUlu_y_HBO

 

Farina Rodríguez, Estudia la carrera de Docencia en Lengua y Literatura en la Universidad Autónoma de Baja California. El día que nació, su abuelo llamó a una estación de radio para felicitarlas a ella y a su madre. Le gustan los perros y escribir con pluma fuente.

Contactofarina.rodriguez@uabc.edu.mx

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  1. Excelente ensayo que nos llama a reflexionar acerca de este formato SVOD y lo que subyace: el consumo autómata del producto, pero también el supuesto control que tenemos al escoger de un menú de opciones previamente establecidas.

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