Tránsitos o la exploración estética del espacio

Pensar la condición geográfica de la ciudad de Tijuana ha sido una constante en el arte fronterizo. En la doble relación entre frontera e identidad surge el espacio como la arena de batalla donde los artistas ponen en juego arduos procesos de (re)significación y (re)invención. En ellos encontramos maneras distintas de comprender la ciudad, pero también se revelan nuevas formas de vivir la intimidad.

Fotografías: Julio Álvarez

Por Laura Díaz

Tránsitos o la exploración estética del espacio

Pensar (y repensar) la condición geográfica de la ciudad de Tijuana ha sido una constante en el arte fronterizo. La doble relación entre identidad y frontera confluye en un puñado de manifestaciones estéticas de la región. En ese punto de confluencia surge el espacio como la arena de batalla donde los artistas ponen en juego arduos procesos de (re)significación y (re)invención, de los cuales hemos visto brotar no solo nuevas formas de entender la ciudad, sino que además encontramos maneras distintas de comprender y vivir la intimidad.

Tránsitos es muestra de arte contemporáneo con una clara propuesta de reflexión sobre el espacio mismo. En ella se reúne la obra producida durante la cuarta edición del Programa de Producción de Arte Contemporáneo (PPAC) que ofrece Relaciones Inesperadas (RI), un organismo dedicado a la gestión, producción e investigación de arte en Tijuana. Cuáles son los límites de ese espacio, qué formas adopta y de qué manera transitamos en él, son algunas de las preguntas que los autores resuelven por medio de la ejecución artística.

Las propuestas estéticas que se concentran aquí son igualmente un transitar a través del cual vamos descubriendo técnicas y tratamientos propios, diferentes y heterogéneos. Estamos ante la obra de personas que, en su mayoría, no experimentaron el calor de las artes plásticas como primera casa. Aunque todos han emprendido un proceso de formación, pues el PPAC es justo eso, muchos de ellos provienen de contextos disciplinares distintos. Gemma Argüello, la curadora invitada, nos cuenta cómo esa diversidad disciplinar hace aún más necesario el diálogo entre los artistas y ella, pues la intención es encontrar las soluciones museográficas más convenientes para la presentación de cada obra.

El espacio de exposición de Tránsitos está articulado en la convivencia de tres nodos fundamentales. En primer lugar, se encuentra el espacio íntimo. Aquí nos hallamos con Espacio personal de Elizabeth Ibarra Reynaga, pieza en la que la artista utiliza la fotografía para introducirnos en el universo cotidiano donde habita. La obra de Ibarra es un arriesgado intento de mostrarse a través de los objetos que la rodean. Espacio personal pone en marcha una suerte de diagnóstico del ser en la medida en que los objetos que la artista nos enseña aquí son transformados a partir de la relación silenciosa que se establece entre la persona y el objeto mismo.

El segundo nodo de la exposición es el de las transiciones, que conecta al nodo anterior con el siguiente. Aquí se encuentra El futuro de la memoria, en donde Lydia Hernández utiliza la técnica del dibujo para proponer una nueva manera de escribir y entender el pasado a partir de una reinterpretación que parte primordialmente del presente. Es decir, el pasado no es el mismo nunca ni para siempre, no es un espacio delimitado o determinado, sino que cada vez que recordamos, configuramos nuevas y distintas memorias que se relacionan con la experiencia del hoy y el ahora. Hernández nos presenta una serie de dibujos que, a mi parecer, semejan las marcas de un electrocardiograma. Su obra relaciona una dialéctica entre el pasado y el presente con las huellas de un dibujo en abstracto.

En el segundo nodo se resalta también Poema, de Gustavo Mayoral. En esta especie de instalación musical, el artista reúne circuitos electrónicos para hacer funcionar una micro-pantalla de video que muestra el movimiento de unos labios y un par de bocinas que, con una voz computarizada, reproducen “Nieves de enero” del cantautor Chalino Sánchez. El título es indescriptiblemente acertado, pues no hay nada que pueda ser más poético. Estar frente a Poema es la forma más auténtica de regresar al espacio cotidiano, callejero si se quiere, aún cuando físicamente nos encontramos entre las cuatro paredes de la fría sala de exposición.

El último de los nodos es el de los tránsitos. En éste se halla Estructura actual, de Roberto ‘Rob’ Iñigo, la obra que recibe a todo visitante de la exposición. Se trata de una animación interactiva en 3D que permite reflexionar sobre los nuevos modos digitalizados de transitar en el tiempo y el espacio. La pantalla muestra una figura antropomorfa que se amplía o disminuye en medio de lo que parece ser un mapa de navegación. Estructura actual abre la posibilidad de discutir sobre la expansión del límite del espacio humano, cuáles son sus alcances y hasta qué punto el espacio virtual ha logrado fundirse en él.

Este breve recorrido textual a través de la exploración estética de los artistas en el espacio ayuda a entender cómo la frontera, y por lo tanto su producción artística, necesita constantemente repensarse a sí misma en el espacio que habita. Tijuana, al ser la mítica ciudad de paso, es un campo fértil para los continuos procesos sociales de transformación y cambio que, aunque suceden en todos lados, en el contexto fronterizo se acentúan e intensifican. La concentración temática de cada nodo de la exposición deja muy claro, a mi parecer, que cada vez es menor, e incluso inexistente, la distancia que separa el espacio íntimo del espacio público y que además se relacionan bilateralmente.

Visitar Tránsitos no es sólo visitar diecinueve obras: es atestiguar las indagaciones estéticas que resultan en la exploración técnica y conceptual de la forma en que en esta esquina, la última esquina del país y de Latinoamérica, nos relacionamos con el espacio, nos lo apropiamos y a partir de ello, lo reinventamos.

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