Por Andrea Latham
Amora: El inicio de la literatura lésbica en México
Cuando la literatura sáfica hizo su aparición triunfal en México durante los 90’s, la sociedad ya había probado la rama convergente de la literatura homosexual, veinte años antes se publicaba del autor Luis Zapata Quiroz (1951), El vampiro de la colonia Roma considerado un clásico del género. Pero, ¿Por qué le había tomado tanto tiempo a la literatura lésbica hacerse visible? Sencillo, las editoriales. Siempre que reseño un libro de temática “poco común” me encuentro con los baches que implican para una obra su publicación, la censura, el problema que resulta de los temas que se exploran dentro del texto. Recuerdo haber leído, hace algunos años en una fuente que ahora me es desconocida, “No es por odiar a los hombres, es por amar a las mujeres” al preguntarle a una autora la razón del desplazamiento de las editoriales hacia estas obras.
Pero Amora (1994) de Rosa María Roffiel, considerada la pionera para el campo lésbico en la literatura mexicana, es una novela poco apreciada. Después del primer tiraje no se contempló una segunda y la novela circuló en el imaginario popular, fotocopiada, engargolada o rescatada de librerías de usado, convirtiéndose rápidamente en dominio popular hasta que diez años después se reimprimió. Antes de que Amora formara parte del panorama, los textos sáficos, refiriéndome a los que tocaban tópicos lésbicos sin metáforas ni tapujos, eran escasos o no existían en lo absoluto. Sin ser consciente, Roffiel había comenzado una discusión importante para la literatura cuir en México. Y gritaba ¡Aquí están las lesbianas!
Me gusta pensar en Amora no como una novela que transgrede por su estructura, sino por su momento, llegó cuando tenía que llegar y tocó fibras sensibles. Amora no es solo lesbianismo o amor sáfico, es el eterno femenino, es la vida cotidiana, son las mujeres que se aman como hermanas, como amigas, es la ciudad como el espacio central, es lo cotidiano. Si hubiera una palabra para describirla sería: cotidiana. Y no de una mala manera, cuando digo que es una novela de lo cotidiano, estoy diciendo que en lugar de sublimar a las lesbianas, las retrata, en lugar de colocarlas en espacios inimaginables con la intención de continuar una trama, las coloca en lo real. Roffiel no sublima, ni imagina, retrata, demuestra y eso construye a su novela.
Con la Ciudad de México como punto de encuentro, todo rodea al personaje principal, Lupe, quien en 32 capítulos, de menos de cinco páginas cada uno, nos relata situaciones que involucran al amor, la violencia, feminismo, familia, aceptación, miedo y por supuesto, todas estas situaciones se encuentran con el lesbianismo de Lupe. Muy extraordinaria, la trama no es, pero como decía con anterioridad, su momento, el momento para irrumpir dentro del canon fue perfecto. Tal vez sea esta novela la que en México permitió una apertura, una rajadita para sobrellevar la falta de más historias lésbicas.
Amora debería considerarse literatura obligada para los círculos de lectura cuirs, que día a día rescatan las obras más sobresalientes. Después de esta novela, es difícil nombrar autoras cercanas de corazón a esta literatura, dedicadas a construir el imaginario lésbico. Pero están ahí, así como estuvo de mano en mano la novela hasta su segunda edición, así, de mano en mano se encuentran las escritoras que pretenden llevar lo sáfico al nivel que aún no alcanza, en comparación con su literatura hermana, la homosexual.
Semblanza
Andrea Latham (Ensenada, Baja California. 1997). Estudiante de Lengua y Literatura de Hispanoamérica por la Universidad Autónoma de Baja California. Es poeta e impulsora de actividades literarias y cofundadora de Poesía Cuchumá. Ha publicado sus poemas en revistas electrónicas como Aeroletras, Región transparente y linotipia, entre otras. Cuenta con un libro de poesía independiente titulado Flor de Nopal (2017). Y a veces también escribe reseñas y cuentos muy cortos.
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