Los niños de la Guerra (de la información)

La guerra continua ha desgastado las relaciones de cooperación entre una generación y otra. La generación X ahora, somos el enemigo y los niños de la guerra aún no lo saben, pero deberían temernos.

Imagen: Fabian Ribeir

Los niños de la Guerra (de la información)

Por Julio Álvarez

La guerra continua ha desgastado las relaciones de cooperación entre una generación y otra. La generación X ahora, somos el enemigo y los niños de la guerra aún no lo saben, pero deberían temernos.

La crueldad es imperceptible, los seres humanos han convivido con ella por siglos. Era cruel someter a una niña de 11 años del siglo XV a un matrimonio arreglado. Era cruel poner a trabajar a un niño de 8 años en las minas de carbón del siglo XVlll. Era cruel que un niño de 12 años cargara al hombro una 30-30 en la Revolución Mexicana, sólo porque nadie quería notar la crueldad, la disfrazaron de historia épica.

“No puedes juzgar a la Historia desde el presente”, alguna vez un maestro de esa asignatura nos advertía en el salón de clases, era cruel entonces que nos castigaran y nos torturaran con el marcador rojo, que significaba que habías fallado en una prueba que ellos consideraban, necesaria que aprendiésemos de memoria, que nos serviría para seguir violentando generación tras generación.

En 2020, veo la crueldad por todas partes, en situaciones cotidianas como vestir a un niño de 2 años de vaquero y subirlo a un caballo para que su padre político mexicano en Twitter, pueda afirmar que eso lo hace un padre ejemplar. Lo veo en los lugares públicos de mi ciudad, cuando un niño clama atención, respeto, cuidado, amor y lo condonan a la pantalla de una tableta. Lo veo en la calle cuando un adolescente no sabe diferenciar entre la empatía y la violencia. La era de la información es una guerra que causa muertes, heridos y mutilados.

Los contenidos que consumen los niños de la guerra son violentos porque los creadores son per se personas violentas. Es violento demostrarle a los hijos que estorban y que preferirían no haberlos tenido desde el momento en el que los ignoras por tu “vida rápida” y tu trabajo que irónicamente es “para darle lo que tú no tuviste”.

Es violencia basar tu realización como persona por una necesidad equivocada para tener aceptación en Instagram. Los padres del siglo XXI venden a sus hijos en redes sociales exhibiéndolos casi desde su salida del útero, ignorando su derechos. Para que esos niños, educados también con la moral que destruye ciudades, que no pidieron nacer, demuestren que son lo que la democracia neoliberal quieren que sean.

Los niños del 2020 están huérfanos y caminan solos por la incertidumbre de un mundo que se derrumba, que tiene los días contados. Entonces nos enojamos con los niños de la guerra porque no quieren ser como nosotros, porque no hacen lo que nosotros, porque no piensan en lo que a nosotros nos importa. Porque se están revelando a nuestra violencia y eso, según la OCDE y la UNESCO, debe cambiar. Controlar el enojo cediendo un poco a sus demandas. La educación es violencia cuando el objetivo es formar individuos obedientes y pasivos. La educación debe ser [r]evolución.

La guerra continua ha desgastado las relaciones de cooperación entre una generación y otra. La generación X ahora, somos el enemigo, y los niños de la guerra, aún no lo saben, pero deberían temernos.

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