Tres Marías

Me espera regaño. Fue clara cuando dijo que era sólo trabajo, que hoy no, pero podríamos volver. Decidí no escucharle. Grata la sensación: hundirme en el mar y soplar desde abajo con la cabeza hendida…

 

Foto:  Pablo García Saldaña
Por Luis Mundo

Tres Marías

Me espera regaño. Fue clara cuando dijo que era sólo trabajo, que hoy no, pero podríamos volver. Decidí no escucharle. Grata la sensación: hundirme en el mar y soplar desde abajo con la cabeza hendida, brillante, etérea. A lo lejos seguro perdió de vista mis pies. Yo no comprendía, por qué al llegar tan pronto teníamos que marcharnos. “Es que por aquí la gente no compra mucho, están de vacaciones, no quieren que alguien les moleste”. No entiendo. Lindísima la vista, cálida. “Casi no hay gente a quien, y aún hay mucho por vender”. Si tan sólo pudiéramos quedarnos un ratito más. Los de por aquí la pasan tan bien, y yo quiero subirme al tobogán, comer plátano macho, soplar las burbujas. Aquí los colores nacen, y no terminan. Y ahí está, le veo tan joven. Su espalda rebosa de energía, sus finas piernas hechuras de miel y café. Qué bonito sonríe. Venimos vendiendo yogurt con fruta.

Ella preparó búlgaros. Compra manzanas, de noche la escucho picarlas. Es en esta playita donde la gente renta casas. “Parece ser un buen lugar”. Ensancha su mano y le acompaño. “Señor, ¿compra yogurt?, es casero”. “Señora, recién preparado esta mañana”. “De a quince y a veinte pesos”. “Sólo estamos vendiendo, la gente gusta, ya casi nos vamos”. Al atardecer cavo un hoyo en la arena, beso su mejilla. El sol brilla en su rostro sudoroso. Acaecen sombríos hoyuelos que le convertirán eventualmente su piel en papel. “Cuando regresemos –me dice– quizá cambiemos de vida y ya tengamos dinero. Cuando regresemos a las Tres Marías, y te prometo vamos a regresar, lo haremos calentando los pies en el mar. Casi casi puedo verte al poner tu pie en el búngalo, mi niño. Prometo llorar contigo. Pero por ahora quédate en la arena, espera a que pase el tiempo. Cierra los ojos, entiende que son rojizos los colores del sol los que guardan las promesas en tu corazón.” Desde entonces la oscuridad frecuenta en mi mente siempre la misma imagen. Son Marías las mujeres más bonitas para recordar en el mar.

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Luis Mundo es estudiante de Lengua y Literatura de Hispanoamérica en la Universidad Autónoma de Baja California. Ha participado como ponente en la Feria del Libro de Tijuana becado por el programa Talentos Artísticos de B.C. del Instituto de Cultura de Baja California. Se le encuentra escuchando música 24/7. Su pasatiempo favorito es pasear perritos.

luis.mundo@uabc.edu.mx

 

 

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