¡C.A.O.S.! Que el gato no hable es el último de nuestros problemas

Sabrina Spellman alterna entre dos dimensiones antagónicas, como un recuerdo simpático de la Hannah Montana que conocemos, ella también posee lo mejor de dos mundos, el problema radica en las grandes faltas que sus autores le han adjudicado.
Por Farina Rodriguez

 

¡C.A.O.S.! Que el gato no hable es el último de nuestros problemas

 

Chilling Adventures of Sabrina estrenó el 26 de octubre de este año, en la plataforma de Netflix. La trama resulta bastante familiar, una adolescente de 16 años debe balancear la jovialidad del ordinario mundo humano mientras se esfuerza por manifestar su libre albedrío entre los determinismos de la religión satanista a la que pertenece. CAOS ofrece un tinte mucho más macabro y menos humorístico de lo que su contraparte noventera puede decir. La nueva Sabrina Spellman, protagonizada por Kiernan Shipka (Mad Men), se cuela en las memorias de toda una nueva generación de la misma manera en que Melissa Joan Hart lo hizo con Sabrina, the Teenage Witch.

 

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Cuando se reveló que esta adaptación incorporaría una nueva interpretación de los amados personajes de los noventa, la audiencia se mostró reticente. Una vez estrenada la serie se volvió evidente que la incertidumbre del público no era del todo errada, el mayor problema que padece es la ambigüedad del contenido. ¿Se trata de una oda a los ochenta? ¿Una historia colmada de tramas menores? ¿Una considerable modificación de los cómics en los que se basa? La verdad es que nada es seguro con Sabrina, lo cual no representa precisamente una desventaja, el misterio que embriaga a la obra original puede verse entre los primeros minutos, pero jamás llega a ningún lado y no deberíamos estar anhelando la presentación de los momentos más tensos, lo cual sucede durante los últimos momentos de cada episodio pero nos deja una impresión algo insípida, ¿eso es todo? No debería ser una constante en la serie.

La narrativa presenta dificultades que no hacen más que recordarnos al relleno que lidera a una gran revelación que solo sucederá en los capítulos finales, como resultado encontramos un desfile de numerosos personajes que carecen de un rol importante dentro de la trama principal. El ejercicio narrativo también se encuentra cargado de tropos predecibles, el drama escolar se manifiesta a través de riñas innecesarias que pretenden distraer a la audiencia del desarrollo del conflicto principal, además la serie presenta abundancia en los clichés más comunes de la cultura gabacha: las Weird Sisters que acosan a Sabrina no podrían parecerse más a Regina George y a sus abejas. Consecuentemente, el conflicto principal no se resuelve hasta dar lugar al desarrollo de los personajes principales, lo cual no sucederá hasta las temporadas posteriores, sin embargo los personajes sí presentan una transformación de sus circunstancias iniciales, lo cual da lugar a la ejecución meticulosa de la manera en que se construyen sus historias individuales.

Sabrina Spellman alterna entre dos dimensiones antagónicas, como un recuerdo simpático de la Hannah Montana que conocemos, ella también posee lo mejor de dos mundos, el problema radica en las grandes faltas que sus autores le han adjudicado. La serie no reprime la alta estima en la que sitúa a una adolescente que empieza a descubrir las limitaciones de los mundos a los que pertenece, a semejanza del Deus Ex Machina, Sabrina se encuentra siempre a la mano con un hechizo conveniente que soluciona los conflictos presentados. Sus reacciones ante la brutalidad del mundo de las brujas resultan indiferentes, cargadas de diálogos astutos y socarrones: es posible que el problema radique en la audiencia y en lo foránea que resulta la incorporación de los aspectos satánicos en el ámbito del entretenimiento. Pero Sabrina refleja una latente indiferencia ante estas manifestaciones oscurantistas, tal vez por una cualidad atribuida a su historia particular, pero el problema es que todo resulta nuevo para nosotros, el reconocimiento de la mayoría de los eventos que acontecen se vuelven un diálogo tedioso con explicaciones innecesarias mientras pretende incluir algunos dejos de humor negro, nunca haciendo parte a la audiencia de lo que se presenta ante ella, completamente ajena a la historia.

Por supuesto que no nos hallamos ante una serie completamente terrible, la mayor fortaleza que presenta CAOS son las actuaciones de los veteranos, particularmente Michelle Gomez quien protagoniza a una Lilith de abrumante presencia. Michelle Gomez (Doctor Who) como Madam Satan, representa un gran obstáculo para Sabrina, será a través de su relación con la misma que evocará el lado más oscuro de la protagonista. Los otros personajes memorables refieren a las tías Hilda y Zelda, protagonizados por Lucy Davis (The Office, Wonder Woman) y Miranda Otto (The Lord of the Rings: The Two Towers), quienes darán lugar a múltiples confrontaciones humorísticas. Chilling Adventures of Sabrina emerge con una primera temporada algo torpe, sin embargo, bajo la intervención del autor original Roberto Aguirre-Sacasa y con el apoyo de los cómics originales podrá mantenerse fuerte (hagamos changuitos).

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