El principio de Pascal de Askari Mateos: el atisbo ante la ferocidad

Askari retrata la nostalgia de ese hogar, el suyo, el mío, el de todos que es capaz de construirnos a través de experiencias cálidas, pero que también puede desmoronarnos si le place, si las circunstancias se prestan.

Por Farina Rodríguez

El principio de Pascal de Askari Mateos: el atisbo ante la ferocidad

 

 

Un musicólogo es asediado por los restos de un pueblo fantasma mientras intenta participar en la curación de un órgano del siglo XVI, en otra parte, un hombre decide quitarse la vida ante la asimilación de una existencia penosa. Hay un joven estudiante que se encuentra en los motines del magisterio de la Sección 22; desde las sombras, imperceptible para el ojo ocupado por las banalidades de siempre, un hombre se asoma a través de la ventana de un hotel viejo ubicado en la calle Bustamante. Como escenario de figuras tétricas y actos todavía más crudos, Oaxaca es testigo del encuentro entre la fantasía de nuestros imaginarios y la brutalidad de una rutina violenta, esa que se contempla con tanto ahínco por extranjeros y turistas ajenos a la dinámica mexicana.

Producto del autor oaxaqueño Askari Mateos, El principio de Pascal comprende la recopilación de ocho historias independientes unidas por un evento que enraíza el desarrollo de los sucesos dentro de la obra: las manifestaciones de la APPO durante el 2006. Las causas sociales y políticas que forman el corazón de la obra no pretenden imponer una postura ante su lectura para crear aliados, las huelgas y marchas de las que se habla únicamente representan el entorno bajo el que se ciernen los acontecimientos. Son contextos pesarosos, como los que nos acompañan todos los días. La obra de Askari Mateos oscila entre la realidad y el misticismo para dar lugar a situaciones fantásticas y sobrenaturales que acontecen en un territorio definido por la traición histórica de sus actores y ejecutores.

Askari nos habla de su Oaxaca, de una remembranza al hogar que jamás le desamparó, pero no hay que irse con la finta, la importancia de Oaxaca como escenario cumple una función más profunda que la de convertirse en mera decoración de los eventos narrados. Askari retrata la nostalgia de ese hogar, el suyo, el mío, el de todos que es capaz de construirnos a través de experiencias cálidas, pero que también puede desmoronarnos si le place, si las circunstancias se prestan. Como resultado del afecto personal del autor, El principio de Pascal encuentra ínfima esperanza en las atroces historias de sus personajes, pero no representa una propuesta cínica que opaque la imagen pulcra del paraíso turístico que los productos audiovisuales y de propaganda nos ofrecen. Pascal es lo que no se ve de Oaxaca, lo que es preciso reconocer para dar lugar a la transformación de las faltas ejecutadas no sólo por el que viene de afuera, sino también por aquel que pregona la huida y el escape ante la adversidad.

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En los relatos de Askari Mateos siempre hay un elemento fantástico que sirve para enfatizar el, de por sí, arduo conflicto que se presenta en cada historia. La resolución del problema o el reconocimiento de los tintes místicos nunca toma lugar dentro de la historia ni es abordado por ninguno de los personajes, vemos cómo este ejercicio narrativo cumple la función de ilustrar los fenómenos extraordinarios que nos asaltan ante el día más ordinario posible. Es una apología a la excentricidad urbana: la presencia de un insecto que posee todo el rigor de una deidad nativa no puede ser menos ficticia que los actos descarnados ejecutados por los hermanos de una patria acongojada.

Abundan las emociones viscerales, los personajes de moralidad cuestionable, la inclemencia de las fuerzas externas que se oponen a una vida promedio. En la obra de Askari convergen los diálogos honestos que nos recuerdan a las conversaciones habituales entre semejantes, las costumbres de una cultura abrumada por las prisas evocan heridas que todavía nos afligen, que no nos extrañe hallar esa temporalidad siempre presente en las viejas usanzas mexicanas: andar a las carreras. Los personajes entrañables como Francisco Toledo, se hacen de un lugarcito en la obra, donde se reinventan a través de la pluma de Askari. Es un ejercicio narrativo que rinde homenaje a otras tantas narrativas del arte: hallamos la intertextualidad mediante la cronología invertida del Memento de Christopher Nolan; el recurso del in medias res acompaña a uno de los cuentos más memorables, mismo que otorgará sentido al título de la obra.

La editorial tijuanense NortEstación recoge las historias de Askari Mateos, narraciones que nos recuerdan a los acertijos que embriagan a la cotidianeidad. Si El principio de Pascal se trata de una mera representación de los tintes más oscuros que la humanidad tiene para ofrecer o si refiere a las consecuencias de ese padecimiento colectivo de indiferencia que aqueja a la cultura mexicana, no es un pregunta a la que se dé respuesta concreta, no debería serlo. Pascal es el resultado de una etapa tan íntima como experimental, es una oda algo extraordinaria acerca de la identidad propia del autor y de esa Oaxaca que, como cualquier otro lugar en el mundo, atestigua personajes obsesivos, pero igualmente frágiles, abandonados ante la incertidumbre de lo desconocido.

 

 

Farina Rodríguez, estudia la carrera de Docencia en Lengua y Literatura en la Universidad Autónoma de Baja California. El día que nació, su abuelo llamó a una estación de radio para felicitarlas a ella y a su madre. Le gustan los perros y escribir con pluma fuente.

Contacto:
farina.rodriguez@uabc.edu.mx

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