En Tijuana no pasa NADA. “Nomas se matan entre ellos”

Tijuana vive de nuevo una etapa de violencia extrema. En lo que va del año han ocurrido 824 homicidios, tan sólo en mayo se han cometido 172.

El 30 de abril un grupo de personas con armas de fuego entraron a la casa de Juan Manuel, un estudiante de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC), lo asesinaron. El universitario, a un mes de egresar de la carrera como Químico Farmacobiólogo, se negó a fabricar drogas para el narco.

El mismo día Paulina Castillas, también estudiante de la UABC y su novio Humberto Mejía, fueron reportados como desaparecidos después de haber salido juntos en automóvil. Pocos días después, la Fiscalía General del Estado (FGE) reportó haber encontrado sus cuerpos en la colonia Sánchez Taboada II junto a los de otras dos personas.

El martes 19 de mayo, encontraron en Tijuana  a 15 personas asesinadas, según una nota del Semanario Zeta, siendo el día con más homicidios hasta ahora. Personas asesinadas a sangre fría con machetes, armas punzocortantes o a balazos, incluso una de ellas encontrada en una maleta entre basura en la Zona Norte.

El titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana Municipal de Tijuana (SSPCM) Pedro Cruz Camarena, se esconde de los medios de comunicación. Desde la escalada violenta en la ciudad, el flamante piloto aviador de aeronaves comerciales no da la cara para explicar qué tácticas de prevención ha implementado para enfrentar la delincuencia.

Apagaron la llama del cimarrón

El viernes 21 de mayo, se planeaba realizar la Manifestación estudiantil en contra de asesinatos y desapariciones de estudiantes, por falta de convocatoria y por las consecuencias de la poca asistencia, se decidió cancelar.

Por mucho tiempo, los estudiantes en México han sido motor de la lucha social, las marchas del 68 con su trágico desenlace, el campestre o nada en el 71 en la ciudad de Tijuana con un final casi feliz, no fue el campestre pero se dió inicio a la construcción del campus de Otay de la UABC.

Las marchas del 2012 en contra de Peña Nieto encabezadas por el movimiento YoSoy132, que desencadenó protestas por todo el país por el triunfo de esta figura del PRI y que también posicionó figuras como Antonio Attolini (a veces se gana y a veces se pierde). Las protestas por la desaparición y asesinato de los 43 de Ayotzinapa.

Pero en México, hasta las protestas estudiantiles están centralizadas, si en la capital no se protesta, en los extremos más lejanos de nuestro país no retumba en las calles ni un pequeño llanto de angustia. 

Las protestas no sirven de nada

Los estudiantes en Baja California somos tibios. Por años el gobierno del estado le debió millones de pesos a la renombrada Máxima Casa de Estudios de Baja California. Fue hasta que el Rector, el doctor Daniel Valdez, dio el banderazo oficial, que se movilizaron los estudiantes a las calles para exigir un pago inmediato.

Ese mismo día, un grupo de estudiantes organizaron una marcha en el campus de Tijuana. Rompieron una piñata con la cara del entonces gobernador Kiko vega, y todo terminó, los organizadores fueron a entregar un pliego petitorio a vicerrectoría y mientras la calle aún seguía cerrada por la policía municipal un estudiante se sentó a la mitad, varios compañeros nos sumamos, sentados, cerrando una calle que estaba cerrada.

Al ver esto, los organizadores se enojaron por perder el protagonismo y decidieron decirle a los oficiales que quitaran sus patrullas. Nos aventaron el tráfico, la gente nos gritaba. Los mismos estudiantes que se encontraban en la parada del camión nos decían en coro “No nos representan”. Los transportistas y conductores, nos encararon con la mano hecha puño. A nadie le importó que nuestra razón de seguir ahí, era porque nos siguen robando.

Al final todo se terminó arreglando a puerta cerrada con el gobernador Jaime Bonilla, que hasta gustoso donó el viejo Centro de Gobierno a UABC. Que chiste tiene querer aumentar la matrícula de la universidad si nos están matando.

En esta ocasión, no existe una deuda monetaria, existe la injusticia y el atropellamiento a los derechos humanos. Si no le enfurece, queride lectore, que hayan entrado a la casa de un estudiante a acribillarlo, hiriendo gravemente hasta a su hermano de 12 años, entonces no tiene caso seguir buscando ni siquiera un pequeño rayo de esperanza.

Sólo queda pedirle que en caso de balacera se eche boca abajo y no se preocupe, como decimos en Tijuana: nomas se matan entre ellos.

LECTURA RECOMENDADA -> Los falsos contratistas de Francisco “Kiko” Vega

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