Relectura de “El Túnel”

El Túnel, de Ernesto Sábato es conocida como una de las novelas más importantes de Sudamérica. Fue bien recibida por la crítica en todo el mundo y se posicionó como una de las más destacadas del autor y del género policíaco-psicológico-existencialista.

La representación de actitudes masculinas violentas en Juan Pablo Castel.

Por: Andrea Monserrath  

La literatura es ficción, eso es un hecho, pero esa ficción debe surgir de una realidad.  Lo que convierte a un texto cualquiera en un texto literario es la narratividad: que se  narre algún suceso, historia o acontecimiento; y la ficcionalidad: que se desarrolle en  un espacio imaginario de manera verosímil y donde exista un pacto de inteligibilidad  entre el lector y la obra. 

La literatura surge en un contexto específico y en una época específica. Así retrata situaciones, comportamientos, hechos o modelos relevantes y recurrentes sobre su entorno. 

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Luis Scarfati

Por esta razón es posible encontrar naturalizadas e incluso romantizadas actitudes, ideas y comportamientos de antaño, que antes no se concebían problemáticas o no se quería aceptar que lo eran. Entre estos tópicos recurrentes aparece la violencia de género, y en este caso, algo grave y cruel como un feminicidio. 

El Túnel, de Ernesto Sábato es conocida como una de las novelas más importantes de Sudamérica. Fue bien recibida por la crítica en todo el mundo y se posicionó como una de las más destacadas del autor y del género policíaco-psicológico-existencialista.  

La novela es narrada en primera persona por Juan Pablo Castel, que detalla desde  prisión cómo conoció y posteriormente asesinó a María Iribarne, la mujer que él creía  que era la única persona en el mundo que lo comprendía y a quien decía amar. Generalmente se asume como una novela nihilista, con un interesante y bien  estructurado perfil psicológico de un hombre atormentado y solitario.

Actualmente, con  la situación de violencia hacia las mujeres e incontables feminicidios alrededor del mundo es necesario realizar una relectura de esta (y otras) obra, resaltando el lado problemático que resulta de naturalizar un feminicidio y conductas masculinas violentas, tales como la manipulación emocional, celos excesivos, posesividad, entre otras. En esta relectura, la obra es narrada por un feminicida y detalla cómo decidió llevar a cabo su crimen. 

Claro que la novela tiene tintes existencialistas y filosóficos, aparecen tópicos como: la vanidad, la soledad, el olvido, la verdad, la mentira y la fidelidad. Estos temas se presentan en su mayoría a través de monólogos de Castel.  No obstante, estos recursos nihilistas son empleados por Castel en su ardua búsqueda de comprensión o piedad por sus acciones y atentados contra los demás, incluso para reafirmarse como superior ante todos. No tanto como una reflexión profunda al  respecto, más bien como un pretexto.  

El personaje de María a pesar de estar cargado de bastante valor simbólico y ser el móvil de la historia, carece de una construcción como personaje redondo; pocas veces tiene diálogos destacables o se indaga en sus preocupaciones, pasado o  deseos (esto también es debido a la mala comunicación que había en sus interacciones con Castel).

María Iribarne queda reducida a una musa idealizada tanto por Castel como por los lectores. Se le presenta como la mujer misteriosa que en silencio, parece entenderlo todo. El problema en la obra aparece cuando ella  se enfrenta a su propia idealización y al carecer de los valores que premeditadamente se le atribuyen, su asesinato se convierte en un propósito para Castel. 

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Aliña Najlis

María se construye para ser el centro del túnel de un hombre atormentado, no una mujer. Eso la convierte en el claro ejemplo de la narrativa misógina en la que la mujer debe cumplir su función esencial y si no lo hace, entonces es culpable de la violencia que se pueda ejercer sobre ella. 

Castel se describe a sí mismo como un ser y artista incomprendido. Se encarga  de manifestar constantemente su desprecio hacia los demás seres humanos. Todo  cambia cuando en una galería, donde se encuentra presentando su arte, nota que María está observando una ventana dentro de su cuadro, esa ventana que ningún otro espectador observa e incluso parecen no notar, críticos de arte incluidos, a quienes acusa de impostores.

Así comienza a idealizarla y se inventa la fantasía de que esa mujer lo entiende a la perfección y se obsesiona. Comienza a seguirla y acosarla. Desde antes de encontrarla y hablar con ella, ya se había imaginado miles de  escenarios en su cabeza sobre cómo sería su esperado encuentro: qué iban a decir,  cómo lo iban a decir y qué iba a suceder con ellos.  

En la obra no se percibe una crítica o protesta ante las acciones de Castel,  incluso a lo largo de la novela se hace un énfasis en que “todo lo hace por amor” y las conductas, pensamientos y decisiones que toma Castel sobre María son expuestas como algo normal y para nada problemático. Incluso al estar preso, es un hombre vanidoso y desvergonzado. 

Castel, al comenzar la narración detallando su crimen, busca justificación, que el lector  comprenda y empatice su decisión, dice, según él, cual sería un argumento válido para  asesinar:  

 “… los criminales son gente más limpia, más inofensiva; esta afirmación no la hago  porque yo mismo haya matado a un ser humano: es una honesta y profunda  convicción. ¿Un individuo es pernicioso? Pues se lo liquida y se acabó. Yo lo llamo una  buena acción”  

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Sin embargo, si ese es su motivo para asesinar, ¿María era en verdad perniciosa?  ¿para quién? o ¿por qué lo sería? La respuesta es que no lo era. Solo era perniciosa, o Castel lo creía, porque no lo correspondía de la manera en que él lo deseaba. No era  el tipo de mujer que él quería que fuera. Esta narrativa solo justifica y culpabiliza a  María por su asesinato.  

La relación entre Castel y María se construyó sobre una idealización y una obsesión violenta. Toda interacción entre estos dos personajes comenzó por la mente  perturbada del protagonista: que él creyera que nadie lo comprendía y que toda  persona era hueca y superficial. 

Todos excepto María, quien había observado la ventana del cuadro a la que él mismo había cargado de significado e importancia porque nadie más lo hacía. Esa ventana era su auto validación como alguien superior, nadie veía lo que él lograba ver. 

Al verla apreciar ese fragmento de su arte, Castel se construyó un perfil falso de María, uno lleno de expectativas que esperaba que ella cumpliera: que correspondiera su amor y le diera las respuestas que él buscaba. Más que incomprendido, es un hombre con una personalidad narcisista que creía ser el más listo e importante de la habitación. 

Esto lleva a Castel a buscar en María la salvación, la salida al túnel vacío y solitario en  el que se encuentra desde la infancia: el amor. Replicando la creencia que las mujeres deben completar y arreglar a los hombres, ser esa pieza faltante que encaja a la  perfección y si no, a la fuerza.  

Castel decide asesinarla cuando comienza a imaginar que María tiene varios  amantes y le atormenta la idea de ser solo uno más de ellos. Esto atenta contra su actitud narcisista que lo coloca como un individuo superior a todos, lo cual le causa una  profunda decepción y comienza a cuestionarla violentamente. 

Parte de la mentalidad machista sobre poseer a la mujer y restarle valor si su vida amorosa, sentimental o sexual es diversa y activa; es la clase de decepción que llevaría a un hombre celoso y  posesivo a cometer un feminicidio. 

A lo largo de la obra y la narración, Juan Pablo Castel justifica sus conductas  obsesivas, violentas y chantajistas con su sobreactuado nihilismo: el oscuro y solitario  túnel en el que asegura encontrarse. 

Esto no significa que la obra deba censurarse, sino que es necesario realizar una relectura desde una perspectiva crítica para juzgar este tipo de construcción de personaje y problematizarlos, no romantizarlos. 

No llamar amor a la violencia. Las conductas de Castel representan el comportamiento y mentalidad de un hombre promedio; hombres peligrosamente violentos, misóginos,  agresivos y potenciales feminicidas con supuesta justificación. Una justificación que la  sociedad acepta y pocas veces cuestiona.

Andrea Monserrath: Me gusta que me llamen por mis dos nombres. Estudio Lengua y Literatura Hispánica de manera interdisciplinaria en la Universidad Autónoma de Baja California. Fundadora y editora de Amazonas Editorial. Apasionada de las luchas difíciles y valiosas, a veces sólo en internet. Aprendiz y militante de los feminismo(s). Siempre escribo sobre lo que no puedo contener dentro de mí, la mayoría de las veces, enojada. 

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