Nuestro primer #8M, mamá e hijo: “Mañana volveremos a exigir vivir sin miedo”

Estoy conociendo tres sentimientos; el amor por un hijo, el pánico de que sea lastimado y el dolor por hijas e hijos ajenos, es desgarrador.

Un botecito lleno de agua fresca y un tupper con rebanaditas de naranja para mi bebé, estaban listos en la mochila, en camino a nuestra primera marcha del 8M como madre e hijo. 

El año pasado quise asistir, pero mi panzota ya me impedía hacer muchas cosas, como caminar o brincar para no ser macho. 

Mi hermana, mi hijo y yo nos dirigimos a Reforma con todo y carriola, dos carteles en mano que expresaban nuestro motivo de asistir este año. 

“No más violencia laboral a las madres trabajadoras” decía el mío, porque el año pasado, en los últimos meses de mi embarazo, la empresa en la que trabajaba violentó mis derechos laborales de distintas maneras, sentí ansiedad e impotencia, pero sobre todo rabia. 

Mi mejor amiga ya nos esperaba cerca de Hidalgo, así que nos encontramos y juntas nos unimos a la marea morada, en un colectivo de mujeres médicos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. 

Mi chamaco no quiso usar la carriola, ni modo, así son los niños, lo cargué en mis brazos y recorrimos juntos de El Caballito a la Alameda Central, escuchando en coro las consignas feministas mientras levantaban sus carteles, vimos a algunas hacer iconoclasia, pegar la foto de su agresor en las paredes y las que estaban más cerca de nosotros saludaban muy alegres a mi pequeñito  que miraba todo muy atento.

También vimos a madres abrazando las fotos de sus hijas o levantándolas hasta el cielo, ¿cómo puedo explicarte esto, mi niño?, pensé.

Siendo madre primeriza y relativamente nueva, estoy conociendo tres sentimientos; el amor por un hijo, el pánico de que sea lastimado y el dolor por las hijas e hijos ajenos, con ojos de madre, es desgarrador. 

Con el nudo en la garganta cada cinco pasos, recordé los otros motivos para marchar; exigir justicia, exigir respeto, alto a la violencia vicaria, alto a la brecha salarial y por supuesto aborto libre, seguro y gratuito, porque yo parí por decisión, no por obligación y quiero lo mismo para todas. 

“La que no baile es macho” cantaban, y mientras me movía de lado a lado, mi bebé aferraba sus manitas a mí, esas manitas que van a ser tomadas con amor y responsabilidad cada día para que mañana no sean utilizadas para lastimar. 

Frente a Bellas Artes las tres decidimos no continuar hasta la plancha del Zócalo, porque no confiamos en los elementos de “seguridad” y mucho menos en quienes les ordenan. 

Volvimos a casa, me acurruqué con mi hijo, mañana volveremos a exigir vivir sin miedo.

Total
0
Shares
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones Relacionadas