Reseña: Triste Polizonte – Historias de Media Noche

Tener un proyecto de post-rock a estas alturas es toda una hazaña, pues poder ofrecer un sonido fresco es algo en lo que muchas bandas han fallado, pero Triste Polizonte se arriesga y se avienta head first…

 

Por Jorge Castro

Reseña: Triste Polizonte – Historias de Media Noche (2018)
SCORE: 5 fantasmitas de 10

Tener un proyecto de postrock a estas alturas es toda una hazaña, pues poder ofrecer un sonido fresco es algo en lo que muchas bandas han fallado, pero Triste Polizonte se arriesga y se avienta head first, envuelto por completo con la bandera de Austin TV, Mono y Godspeed You! Black Emperor, aterrizando con resultados mixtos.

Triste Polizonte es un proyecto que empezó de manera unipersonal, bajo el género “vato que toca la guitarra solo con loops y mucho delay” que poco a poco se fue inmiscuyendo entre la escena tijuanense, ganándose adeptos por la calidad de su sonido. Después se integró una segunda unidad, tras la batería eléctrica, y aunque el sonido no cambió de rumbo (como suele pasar cuando se unen nuevos integrantes) sí se complementó, remarcando así sus elementos más dramáticos y mejorando sus dinámicas.

En su EP debut, (Sociedad de la Media Noche, 2018), R’Les, fundador y principal motor del proyecto, se mostró sin tapujos y sin pretensiones y nos dijo: Yo hago post-rock. Nos lo dijo a tal grado que su insistencia pudo llegar a parecer un gimmick, al igual que su fascinación por la melancolía (basta con leer sus posts en su página de Facebook donde siempre le desea a sus escuchas “un triste y bonito día“), y nos presentó un trabajo lo suficientemente sólido que puede sostenerse por sí mismo, sin la necesidad de andar sobre las muletas de la cultura sad (si es que existe tal cosa). La portada tiene un estilo caricaturesco con colores pastel y funciona muy bien para contrarrestar un poco la languidez del EP.

Con Historias de Media Noche, el músico nos vuelve a ofrecer más de los sonidos a los que ya estábamos acostumbrados, desde su trabajo en Spilman (otra agrupación del mismo género) y su primer proyecto en solitario, Lazy Eye Syndrome, en donde también fungía como vocalista.

El track inicial abre el álbum con guitarras de naturaleza glaciar, tocando notas que parpadean simulando el choque de los últimos rayos del sol sobre estalactitas finas, y nos preparan para lo que pareciera ser un momento de serenidad, para después ser golpeados por un sample de voz, que no encaja muy bien en la mezcla, al igual que el ritmo marcial de la batería eléctrica. El sonido de la tarola es estridente y al principio no sabes si se trata de otro sample, pero después de los primeros redobles, toma forma al más puro estilo de Godspeed You! Black Emperor y es imposible no pensar en el álbum debut de esta agrupación canadiense y en los primeros trabajos de Austin TV debido a los pasajes spoken word.

Lamentablemente, estos pasajes son recurrentes y a excepción de los que aparecen en Oyasumi y en Outro (D’Void vuelve a la Tierra) –el cual cuenta con un efecto de estática y un panning que le añade bastante personalidad– ninguno parece ser parte de la canción a la que está ligado, pues entran de una manera abrupta y la escasa naturalidad con la que son recitados los hace sonar como maquetas en lugar de trabajos terminados.

Oyasumi y Barco de Papel son los puntos altos del disco –con sus crescendos majestuosos–, incluso en sus momentos más gloriosos, las comparaciones con los ya legendarios Mono serán inevitables, ya que las notas elegidas y el ambiente que se crea no se prestan para alguna otra referencia; y en El Fantasma de las Escaleras hay un efecto que simula un coro, que de haber sido tocado con distorsión y reverberado, habría sido una copia –nota por nota– del tremolo picking en las partes más intensas de BBFIII por Godspeed. Pero sin duda, pensar en lo que requirió lograr ese efecto le añade bastante mérito. El sonido de la batería mejora bastante después de la primera canción, y su fuerte se encuentra en entender las dinámicas; y si bien no hay muchos matices, el saber cuándo pausar y cuándo incrementar la intensidad es una pieza clave de este género, y la batería lo logra sin problema alguno.

Como el título lo dice, esta obra tiene una atmósfera de noche perpetua, con tonalidades azules y grises que logran crear una ambientación en la que puedes imaginar fantasmas sentados en círculo, contándose historias de terror sobre humanos queriéndolos cazar, solo para fallar y convertirse en un fantasma más.

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Así como Austin TV tiene un lugar especial en el corazón de muchos por hacer lo mismo que otras bandas del momento- pero con samples en español-, tal vez este proyecto logre ocupar un lugar en el podio del postrock nacional, y si no deja el momentum que hasta el momento lleva, es una gran probabilidad. Estamos hablando de alguien que tiene un obvio amor hacia el género y tiene un buen entendimiento de los postrockismos a seguir, y a pesar de que uno de los defectos del álbum es que no ofrece algo que no se haya escuchado antes, lo hace de manera sincera.

Sólo nos queda esperar que a lo largo del camino, Triste Polizonte pueda –y quiera– agregar otros sonidos a su acervo, para galvanizar al género que tanto aprecia del letargo en el que se encuentra.

 

 

 

Jorge Castro Ortega; nacido en el 86. Psicólogo desde el 2012. Escucha música las 25 horas del día, pues entre el no-wave y Satie, el tiempo siempre parece extenderse.

Contacto:
densidad20.25@gmail.com

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