La carta

por Brenda Leal Almanza*

“Lastimosamente, a ella nunca la dejaron de desear, ni en su muerte, pero tú la liberaste de sentirlo”. 

Siempre fue deseada por los demás. Era amada hasta en sus entrañas. Haciéndose un hueco en su vientre. Pero jamás se amó y menos cuando sucedió. Dijo que no te daría un nombre, pero necesitaba uno para maldecirte. 

No recuerda cuándo fue, solo que te sintió y lo odió. Retorciéndote, pateando y comiendo, la mayoría del tiempo, comiendo. 

No la culpes, no eres más que un secuaz de su tortuoso lamento y su insaciable deseo de desgarrarse la piel hasta que fuera repugnante. Y sucedió. 

Le despedazaste su estómago y el vientre que te acunó, encajaste tus filosos dientes, y devoraste su alma. Lastimosamente, a ella nunca la dejaron de desear, ni en su muerte, pero tú la liberaste de sentirlo. 

Por eso te deja esta carta a través de mí, un mensajero del lugar que siempre arderá en ti, un primogénito de la atrocidad, para que seas liberado en su nombre y castigado a nombre de todos aquellos que la hicieron aborrecer tener un vientre.  

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*Brenda Sophia Leal Almanza. Estudiante de la carrera de Ciencias de la Comunicación de séptimo semestre, una aficionada al arte y experimentado su creatividad a través de la tinta y las teclas.

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