Decir para existir. Posibilidades creativas de la palabra en el rap y la poesía

En un momento histórico donde toman forma discursos, prácticas y relaciones de poder que tienden a diferenciar, dividir y excluir a las personas, hay quienes nos dedicamos a construir y crear también un camino de pensamiento y sensación donde la palabra nos reúne…
Por Jhonnatan Curiel

 

Decir para existir. Posibilidades creativas de la palabra en el rap y la poesía

 

En un momento histórico donde toman forma discursos, prácticas y relaciones de poder que tienden a diferenciar, dividir y excluir a las personas, hay quienes nos dedicamos a construir y crear también un camino de pensamiento y sensación donde la palabra nos reúne, sus posibilidades creativas, los relieves de ciertos enunciados, ciertos tonos y ritmos que persisten en nosotros, y nosotros, con nuestras evocaciones y afectividades, persistimos en ellos pese a toda forma de división.

Usamos la palabra, la tomamos, aunque a veces más bien ella, es la que nos use y nos tome a nosotros. Estamos hechos de palabras, sí, todo nuestro mundo gira alrededor de ellas, sí, pero también desde sus singulares registros estéticos arribamos a momentos donde parecieran vacías, huecas, sus sentidos quedan en suspenso ante formas-otras de expresar, por ejemplo, cuando la palabra ya no sólo alude a su concepto o contexto, sino que se vuelve ventana de sensibilidad, artefacto rítmico, puente a otros territorios discursivos en donde entran en juego el arte, la creación, la sensación, la experiencia.

Procuramos ciertas formas de decir desde la sensibilidad, las buscamos aunque ocurra de modo poco consciente o involuntario, ciertas canciones, ciertas frases, dichos, versos, aforismos, permanecen en nosotros, nos ayudan a nombrar situaciones, sentimientos, pesares, alegrías; pero éstos decires sensibles a veces llegan de modo inesperado, nos toman por sorpresa, en un instante se pueden convertirse en un mensaje vital, un hecho único, un acontecimiento que nos acompaña y al que retornamos en algún punto de nuestras vidas. Al igual que ciertas experiencias, hay palabras que llegan para quedarse en nosotros, revisten nuestras opiniones, se posan en nuestros cuerpos, se expresan a través de nuestras miradas.

Quizá es por ello que formas expresivas de la palabra, como el rap o la poesía, son capaces de generar momentos paradigmáticos en la sensibilidad de las personas. Canciones, poemas, estilos y lugares se vuelven el soundtrack o la antología de momentos únicos en nuestra biografía.

Cuando algo se vuelve difícil de expresar, al punto de que puede dejarnos mudos, arriba la sensibilidad filtrada a través del lenguaje, decantada entre tonos, sugerida en los versos. Es entonces donde se revela su decibilidad.

Barras o versos

La lengua racional queda en suspenso ante una lengua sensible que tiene sus propias formas de hablar, cantar, sentir, hacer bailar; en todo caso sería una lengua “deslenguada”, como la llama el filósofo español José Luis Pardo, una lengua otra, “lengua estética” que no puede

ser fijada y traducida literalmente, pero cuyos sentidos se sugieren en las posibilidades artísticas de la voz y la música a las que nos llevan la poesía y el rap como acontecimientos estéticos.

Palabra, voz y ritmo se vuelven elementos en los que serán traducidos ciertos decires desde la sensibilidad. Poesía y rap como expresiones artísticas le hablan no sólo a nuestra razón sino a ciertas sintonías corporales, frecuencias desde las que acaso se perciba esa “pauta que conecta” de la que habla el científico Gregory Bateson, punto común de sensación al que retornamos aunque sea por un instante a través de los ritmos y sentidos que afectan el cuerpo. Un verso como si fuera eco, con una intensidad que atraviesa las fibras del corazón.

Aunque Poesía y Rap sean expresiones artísticas con elementos de composición y temas distintos, ambas mantienen raíces con la posibilidad creativa de la palabra, nos imprimen sensaciones cuando las evocamos, ya sea con la lectura, con la escucha, con el baile o con el simple disfrute. Ambas expresiones nos recuerdan que pese a los lenguajes de los nuevos medios, la superficialidad de las codificaciones tecnológicas, o los escenarios que exacerban la división y la exclusión, en la palabra permanece una potencia originaria donde atreverse a decir, se vuelve también una forma de atreverse a existir.

 

Cine Tonalá, Tijuana, agosto, 2018

 

Este escrito fue preparado a modo de introducción para el evento “Barras o versos” organizado por la Revista digital Linotipia en el Cine Tonalá Tijuana, un espacio cultural para el cine y el arte en la ciudad de Tijuana, México.

Jhonnatan Curiel (Tijuana, México, 1986). Es poeta, gestor cultural e investigador de estudios sociales. Candidato a doctor por el programa de doctorado en Ciencias Sociales por el CINDE y la Universidad de Manizales en Colombia, sus temas de interés son las juventudes, el arte y la frontera. Mantiene el blog http://jhonnatancuriel.blogspot.com/

 

Total
0
Shares
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones Relacionadas
Leer Más

Sentir la libertad

Pretender que vivimos en libertad cuando no existe una transformación verdadera en las condiciones materiales es una ficción que se sostiene desde el peso del miedo, la precarización y la amenaza constante...