Las muertas narran III: En la maleta

Cuando era niña pensaba que las personas cuando mueren, pueden ver cómo la vida sigue, pero yo no veo más que el interior de esta horrible y apestosa maleta.

Foto: Josua Simpson en Flickr
Por Dulce Ortega García

En la maleta

 

Quemada, ahogada o degollada, eso piensas cuando imaginas cómo sería la peor muerte. Pero cuando mueres, descubres que cualquier forma de morir es horrible. No existe un cielo ni un infierno, el lugar donde se queda tu alma, es en el lugar donde mueres; atrapada en una maleta. Mi familia –en especial mi madre– tendrá ya cuatro meses llorando cada noche hasta dormirse. Estoy segura de que a mi familia no les cabe en la cabeza que la hija, la hermana que vieron crecer, terminaría aquí.

Cuando era niña pensaba que las personas cuando mueren, pueden ver cómo la vida sigue, pero yo no veo más que el interior de esta sucia y apestosa maleta. Aunque, no quisiera ver más. No quisiera ver cómo mi familia lleva el duelo o cómo mi novio se da cuenta de que soy la novia que nunca llegará al altar. Me arrebataron la vida y sus pocas ingeniosas mentes creyeron encontrar la solución para esconder mi cuerpo mutilado. Desde aquí no puedo saber si los violadores están bajo las rejas ¿Cómo se supone que alguien continúa su vida después de una violación? No lo sé, y nunca lo voy a saber pero imagino que es vivir una pesadilla, al menos, ya no estoy para averiguarlo. Ahora permanezco en una maleta estrecha que no solo almacena mi cadáver, también almacena sueños interrumpidos, ilusiones rotas y esperanzas arrebatadas.

No soy un ángel que de alguna manera vaya a cuidar a mi madre, mi hermana, mis tías, mis primas, mis compañeras de clase, a todas las mujeres que conocí, a las que me faltó conocer. No puedo siquiera mover un dedo, además de estar atrapada, mis esfuerzos por salir de aquí son vanos.

Para los que me hicieron daño, la impunidad es “regalo de Dios” y para nosotras, que encarnamos la persecusión, “cosa del diablo”. Empiezo a recordar menos cómo fue esa noche y ya no logro armar aquellos rostros. Olvidé lo que sentía ese día, con varios cuerpos sudorosos sobre mí. Aquí es a donde ahora pertenezco. Nunca volveré a sentir que mi cuerpo me pertenece, nunca tendré la suficiente fuerza para abrir esta inmunda maleta. Estoy aquí, donde ya no hace frío ni calor. No tengo hambre, y no siento mis extremidades. Pero no puedo dormir, muerta, despierta en una pesadilla de realidad.

Nota:
“¡Espeluznante! Dentro de una maleta, hallan cuerpo de una mujer en zona Centro de Tijuana”. El imparcial. Recuperado de: https://www.elimparcial.com/sonora/policiaca/Espeluznante-Dentro-de-una-maleta-hallan-cuerpo-de-una-mujer-en-zona-Centro-de-Tijuana-20190214-0090.html

 

«En la maleta» es parte de la antología “Las Muertas narran”
hecha por mujeres universitarias quienes, a través de
la literatura, se manifiestan contra el feminicidio
inspirándose en notas periodísticas reales.

La intención de estas narraciones es re-humanizar a las víctimas
de la violencia de género y darles una voz póstuma para
que cuenten la historia que ellas no pudieron contar.

 

Dulce Ortega García, es estudiante del tercer semestre de la Licenciatura de Lengua y Literatura de Hispanoamérica en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UABC.

 

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