Ilustración por Crowhouse
Por Oscar Morales
Después de asistir seis años seguidos a la marcha del orgullo por pura fiesta, en 2018 decidí ir para demostrarle al mundo, pero sobre todo a mi familia, que estaba orgulloso de lo que soy: homosexual.
Mi orientación sexual no es un secreto. No se lo he ocultado a mis amigos desde que lo reconocí en la secundaría, pero para mi familia en ese tiempo sí lo fue. Entonces, tenía un noviazgo estable y no quería esconderme de mis padres. Por esa razón, decidí contarles quién soy.
El día que me “destapé” me armé de valor, mi miedo de un sábado por la tarde se acabó cuando dije “soy gay”. La reacción fue positiva y más, viniendo de mi abuelo materno, quien me ha dado amor incondicional desde que llegué a este mundo.
En el 2013, llegaba a mis oídos un disco que disfruté mucho: Reflektor. Es el cuarto material de Arcade Fire –una de mis bandas favoritas–, pero sería hasta ese día que “We Exist” cobró sentido al convertirse en un himno personal. Mi madre lo intuía, ella me dio todo su apoyo y amor en un abrazo; quien no lo aceptó fue mi padre. Lo único que dijo fue “no, no cuentes conmigo”.
El resto de mi familia -sorprendida- cuestionaron si en realidad estaba seguro y me hicieron todo tipo de preguntas incómodas. El día de la primer visita de mi novio a casa fue difícil. Mamá me prohibió expresar cualquier muestra de cariño y amor hacia él, argumentando que mi homosexalidad no era del interés de los presentes; sus prejuicios, sus miedos y su ignorancia pudieron más que mi convicción y mis deseos de ser aceptado.
Esto no es nada nuevo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) y el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación de la Ciudad de México (COPRED) asegura que cerca de 40 % de la población no está dispuesta a vivir con alguien que sea de orientación sexual diferente. Mientras que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) y la CNDH informan que el 26.6% de las personas que salen del clóset con su familia son rechazados por su padre, mientras que el 26.4% por su madre.
La letra de We Exist se enfoca en la relación y reacción de una persona de la comunidad LGBTTTQI+ con su padre. La letra podría interpretarse de mil maneras, siempre evocando al miedo de ser rechazado por la familia y seres queridos. Esta canción también habla del miedo al acoso, a las “miradas”, pero sobre todo “al qué dirán”, que provoca distanciamiento con los otros.
Después de asistir seis años seguidos a la marcha del orgullo por pura fiesta, en 2018 decidí ir para demostrarle al mundo, pero sobre todo a mi familia, que estaba orgulloso de lo que soy: homosexual.
We Exist fue el ruido blanco que retumbó en mi mente durante toda la marcha. Entre toda la extravagancia, el color y la diversidad de la fiesta, había un sentimiento de fraternidad. Estábamos diciéndole a todo el mundo que existimos y a pesar de que aún hay personas escondidas en este mundo, y que cierta parte de la sociedad quiera mantenernos en la falsa prudencia y la compostura por un “bien moral”, no lo haremos.
Por eso este año volveré a estar ahí. Porque gracias a la “extravagancia” y a la supuesta “inmoralidad” de varios activistas hace años, podemos tener la libertad de ser. Durante esta celebración también recordaremos a las personas de la comunidad LGBTTTIQA+ que han sido rechazadas, discriminadas y hasta privadas de su vida por el simple hecho de tener una preferencia sexual distinta a la mayoría. Sabemos que afuera hay personas arrodilladas, suplicando y rezando para que nuestra presencia sea invisibilizada y no se sepa de nuestra existencia… pero aquí estamos, y no les daremos el gusto.
Oscar Morales se define como un periodista musical, fotoreportero y gran conversador heterosubnormado. Estudió Comunicación y Periodismo en la UNAM; fue fundador del Bring My Noise y ha colaborado para medios como Remezcla (EU), El Reflektor (MX), Setlist (MX) y la agencia musical Intrstlrs (MX).
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Twitter: @oskah_
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