Jalisco: Un vivero comunitario para defender el río y la vida

Jalisco: Un vivero comunitario para defender el río y la vida

Por Periodismo de lo Posible/ Un Salto de Vida

Durante veinte años, los vecinos de El Salto y Juanacatlán (al suroeste de Guadalajara) Jalisco, se organizaron para enfrentar a la industria que contaminó su río, su aire y sus propios cuerpos. La creación de un vivero comunitario se convirtió en un refugio para la vida natural y un símbolo de esperanza.

Ante la indiferencia del gobierno y la complicidad de las empresas, la comunidad se unió en el colectivo Un Salto de Vida que fue descubriendo las consecuencias de la industrialización.

Enfermedades graves como cáncer y problemas renales, la muerte de peces y el aumento de zancudos debido a la falta de depredadores naturales, son algunos ejemplos.

La defensa del río Santiago se ha hecho a través de manifestaciones, recorridos por la zona para documentar las descargas industriales y evidenciar los daños.

La comunidad sembró miles de árboles en un intento por regenerar su entorno y restaurar el ecosistema del río, desafiando a los megaproyectos que siguen amenazando su tierra.

Este es el quinto capítulo de la segunda temporada del podcast Periodismo de lo Posible. Los ocho relatos serán retomados en LINOTIPIA y cada nueva entrega será traída quincenalmente. 

El Niágara Mexicano se convierte en un desagüe

Estamos frente a El Salto de Juanacatlán, una imponente cascada que une a los municipios de El Salto y Juanacatlán, en el estado de Jalisco.

Este lugar, alguna vez fue símbolo de grandeza natural por la abundancia de su agua:
llegó a ser conocido como el Niágara Mexicano por sus 18 metros de altura y 100 metros de largo.

Hoy desde la cascada se eleva una blanca espuma tóxica que huele a huevo podrido y es una evidencia devastadora de los estragos que causa la contaminación industrial solapada por los gobiernos.

«Pues huele a veces como a puro amoníaco, a veces a puro drenaje, puras aguas negras, últimamente, hace como un año olía como a pesticidas… a veces animal muerto»

La cascada pasó de ser un atractivo turístico al segundo corredor industrial más importante del país

Desde que tengo memoria, los gobiernos de Jalisco promocionan nuestros pueblos, ya no por su majestuosa cascada sino como un lugar atractivo para la inversión industrial, donde el agua y el aire pueden ser usados como drenaje para sus desechos tóxicos.

Desde su nacimiento en el municipio de Ocotlán hasta la cascada, el río recorre aproximadamente 146 kilómetros, una tercera parte de su extensión total.

«Tenemos el segundo corredor más importante de México.
Es un corredor industrial con toda clase de industrias, desde la metalúrgica, automotriz, farmacéutica, de alimentos, electrónica, textil, de plásticos»

Sobre este tramo están asentadas 675 empresas, incluidas 71 transnacionales. El río continúa su recorrido hasta llegar al Océano Pacífico en el estado de Nayarit. Sobre su cuenca vivimos 7.5 millones de personas y sólo en el estado de Jalisco atraviesa 35 municipios.

«Son empresas que están establecidas desde Ocotlán, como la Nestlé. Del lado de la cuenca del Ahogado si tenemos muchas empresas conocidas internacionalmente como son, Hershey’s, Hella, Honda, IBM»

La industria descarga diariamente 507 toneladas de contaminantes

Lo que los gobiernos ocultan es que este río está agonizante a causa de la industria. En el 2011 el Instituto Mexicano de Tecnología del Agua realizó un estudio en la cuenca del río que evidenció que cada día se vierten 507 toneladas de residuos sólidos.

También que el 94% de empresas no cumplen con las normas ambientales y que hay presencia de mil 090 contaminantes diferentes. Entre ellos el ácido sulfhídrico que le da el olor de huevo podrido al agua y otros menos perceptibles por el olfato como los metales pesados o el benceno, altamente cancerígenos, que hacen la vida inviable.

«Lo que pasa es que, en un territorio así de dañado, por muchos años ya, pues la lógica es que sus habitantes, humanos y no humanos, estemos enfermos»

La batalla en contra de la contaminación y la complicidad homicida del gobierno lleva 20 años

Nuestros pueblos han vivido a la orilla del río desde tiempos inmemorables. Comunidades cocas, tecuexes y caxcanes habitaron su ribera.

Ha sido llamado de diferentes maneras, uno de los nombres más antiguos de los que se tiene registro es Chignahuapan, que quiere decir potencia de nueve ríos, también fue conocido como Río Grande de Tololotlán.

«Convivíamos mucho con el río, nos la pasábamos ahí, mi mamá, iba a lavar todo el día, pues ahí también estábamos con ella y jugábamos… Hasta la fecha todavía sueño muchas veces ahí, que ando en el río»

«A nosotros nos tocó vivir, beber agua directamente del río, agacharte, así beber agua, así del río, de los canales y nos tocó también ver cuando la primera fábrica que se instaló»

Nada volvió a ser igual…

Cuando llegaron las empresas transformaron por completo nuestras vidas. Ya no pudimos pescar, ni alimentarnos del río. Con la contaminación del agua tampoco se podían cultivar hortalizas y muchos de nuestros abuelos se tuvieron que convertir en obreros.

«Se empezaron a morir los peces al grado de que se murieron todos, todos, porque ya no alcanzaba el ciclo de crecimiento de las mojarras. Y ya, pinches carpitas, hasta que desaparecieron. Entonces la gente le dio la espalda al río»

Es la voz de Enrique Encizo, poblador de El Salto. Hoy Enrique tiene 67 años, durante su juventud tuvo que volverse obrero pero el dolor de perder al río lo llevó, junto a su familia y a otros vecinos, a organizarse para recuperarlo.

Una plaga de zancudos los hizo abrir los ojos

A inicio de los años dos mil, los zancudos comenzaron a reproducirse sin control al no tener depredadores naturales. Las ranas y los peces tenían dos décadas de haber desaparecido.

Dejamos de salir por las tardes a platicar en las banquetas como acostumbrábamos. No podíamos dormir tranquilos por las noches, los zumbidos y piquetes volvieron imposible el descanso.

En 2006, cuando ya se había vuelto insoportable vivir así, se creó nuestro colectivo: Un Salto de Vida, nombre inspirado en el salto del río.

5 mil toneladas de basura diarias se escurrían al río

El reclamo tomaría fuerza dos años después; cuando la gente decidió gritar ¡BASTA!
Para el 2008, el megabasurero Los Laureles llevaba más 20 años operando y 12 concesionados a la empresa CAABSA Eagle, que administró criminalmente la basura de las Zona Metropolitana de Guadalajara.

Cada día vertía 5 mil toneladas a las afueras de nuestros pueblos y los jugos de la basura escurrían al río empeorando la situación.

«Yo me levantaba en las mañanas y decía: ¡Híjole!, ¿a qué huele hoy?, ¿a basura?, ¿al río? No sabíamos. Era una peste tremendísima, fue cuando yo empecé a ver que eso no era normal»

Los incendios provocados en el basurero eran constantes y teníamos que respirar el humo tóxico. Juanacatlán y El Salto eran dos pueblos destinados al sacrificio por las industrias y los gobiernos.

Las enfermedades comenzaban a aparecer, la contaminación invadió nuestros cuerpos. No se decía pero comenzamos a notar muertes por cáncer e insuficiencia renal entre vecinos, cada vez más jóvenes. Movidos por el desastre ambiental, comenzamos a reunirnos.

La urgencia de abandonar el silencio

Tardamos tres meses organizando la protesta, visitamos escuelas, parroquias, plazas y continuaron las asambleas públicas. Miles respondimos a la urgencia de abandonar el silencio y hacer un reclamo al gobierno.

Llenamos 72 camiones con jóvenes, señoras, viejitos, tantos niños y cientos de obreros que ese día decidieron no ir a trabajar. Íbamos con alegría a marchar, a pesar que el dolor nos convocaba, nuestro destino era el Palacio de Gobierno del Estado en el centro de Guadalajara.

«Cuando llegamos a Guadalajara nos pararon ahí en el Agua Azul y nos dijeron: ‘de aquí ya no pasan'»

«Se paralizó toda la avenida, toda la calzada porque hicimos yo creo que cuadros como de 100 personas y éramos muchísima imagínate, éramos más de 5 mil personas»

Los representantes de gobierno del Estado nos pedían que solo una comisión pequeña entrara a dialogar, pero decidimos que no entraríamos y que ellos debían salir a escucharnos y recibir nuestro pliego petitorio. Después de largas horas logramos que salieran y entregamos nuestras exigencias.

El Estado no quería solucionar el problema sino perpetuarlo a costa de nuestra vida

Esperamos durante siete meses la respuesta del gobierno, entonces Emilio González Márquez era el gobernador en turno.

«Llegó un sobre amarillo lleno de oficios, y cada oficio era de una secretaria de Gobierno, y cada oficio decía que no se podía»

No cerrarían el basurero Los Laureles, no habría atención a la salud para nuestros enfermos ni declararían emergencia ambiental. Tampoco frenarían las descargas industriales y domésticas al río.

«O sea, todos los oficios de, todas las secretarías era, no no, no, entonces vino otra vez el encabronamiento y entonces hicimos otro proceso organizativo»

Entendimos que el Estado no quería solucionar el problema sino perpetuarlo a costa de nuestra vida. El hartazgo y la desconfianza nos llevó a distanciarnos del diálogo con el Estado.

Apostamos por fortalecer la organización desde nuestros barrios y con otros pueblos ribereños. Nos vinculamos con la comunidad académica para hacer investigación y poder demostrar que estábamos enfermando.

Y mientras, recrudecía la contaminación y enfermaban nuestros seres queridos nos preguntábamos: ¿cómo reconstruir la vida?

La necesidad de una barrera de árboles propicio el nacimiento del vivero comunitario

A pesar de nuestros reclamos la situación no mejoraba, al contrario, aumentaban los corredores industriales, los fraccionamientos de alta densidad y la basura seguía llegando. No sólo el agua, sino también el aire estaba envenenado.

Por las noches el olor a químicos y basura se colaba a nuestras casas. No bastaba con poner trapos debajo de puertas y ni sellar ventanas.

«La primera cosa que se nos ocurre es empezar a generar una barrera de árboles del río hacia la comunidad. Ah, pues vamos a reproducir árboles. Y eso pues nos llevó a que a que buscáramos un espacio donde pudiéramos reproducir los árboles que queríamos hacer para barreras»

Y desde esa urgencia nació el vivero comunitario de Un Salto de Vida. Para que existiera tuvimos que remover el escombro y hacer con el estiércol tierra, aprendimos de compostaje y cómo reproducir plantas de nuestro territorio. Comenzando a reforestar la ribera del río, las banquetas, las plazas públicas y cada lugar que podíamos.

Los tours del Horror

A la par seguimos realizando investigaciones, denuncias, documentales e inventamos algo llamado el Tour del Horror.

La idea era recorrer el río para poder vigilar las descargas de las empresas acompañadas de investigadores, estudiantes y periodistas.

Esto nos permitió también llamar la atención y denunciar que nuestra gente seguía enfermando de cáncer, que seguían los casos de daños hepático, las alergias, las manchas en la piel, abortos espontáneos. Aunque el gobierno lo negara.

«Nos decía el Estado: ‘compruébalo, así nos lo dijo el Estado, compruébamelo que el río y la basura los está matando, compruébamelo'»

El Gobierno ocultó la verdad sobre las secuelas de la contaminación por una década

En el 2018 participamos en el Toxi-Tour, un recorrido que se realizó por las regiones más contaminadas de México que buscaba la declaración de emergencia Sanitaria y Ambiental en esos lugares.

En ese contexto una investigadora de la Universidad Autónoma San Luis Potosí se acercó para
entregarnos los resultados de un estudio realizado en 2009, financiado por la Comisión Estatal del Agua de Jalisco y que fue guardado en secreto durante 10 años por el gobierno de Jalisco.

Eran los análisis de sangre y orina de 330 niñas y niños de entre 6 y 12 años de los municipios de Tonalá, El Salto y Juanacatlán.

«Encontramos niveles muy elevados de mercurio, de arsénico, de cadmio, de plomo y de algunos contaminantes orgánicos de mucho riesgo como benceno y compuestos orgánicos persistentes.

Se encontraron niveles muy por arriba ya no, ni siquiera de de una media nacional, sino de niveles establecidos como límites para exposición ocupacional»


Así se probó que el gobierno estatal siempre supo lo que negaba: que la contaminación industrial tenía un impacto verdaderamente grave en nuestra salud.

No fueron muertes por contaminación, fueron asesinatos…

Nuestras comunidades volvían a ser el foco de atención en la prensa; pero la tristeza y la rabia nos invadía por tantas muertes a causa de la negligencia e impunidad del gobierno y las empresas. No eran muertes, eran asesinatos.

«Yo he tenido familiares que han fallecido de cáncer y pues desde que yo tengo uso de razón, se menciona que es causa del río. Cuando a mí me lo detectaron, la insuficiencia renal, me decían es que es el río. No hay otra cuestión, en mi familia, nadie ha tenido insuficiencia renal. Yo soy prácticamente la primera»


Nunca nos respondió Emilio González Márquez, tampoco su sucesor Aristóteles Sandoval y las acciones de Enrique Alfaro, además de insuficientes, fueron una mentira.

El gobierno estatal y federal han decidido impunemente ignorar a nuestros pueblos a pesar de las recomendaciones en derechos humanos y las medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que pesan sobre el estado mexicano desde el 2020…

Seguimos exigiendo que nuestro territorio sea respetado

Cada temporada de lluvias nos organizamos con los vecinos para reforestar nuestras comunidades. Buscamos que los más jóvenes, las niñas y niños reconozcan las especies de árboles que siembran, la importancia crucial de cuidar la tierra y que no olviden que existe un río y que tanto él como nosotros tenemos derecho a la vida y a la salud.

«Este pequeño espacio que parece insignificante, significa un refugio para muchas especies, ¿no? Y eso para mí es como un aliento de esperanza, colectivamente me atrevería a decir que quizá para muchas compañeras y compañeros también lo es»

A pesar que el Estado mexicano busca imponer nuevos megaproyectos como la termoeléctrica en Juanacatlan, el Plan de Ordenamiento Territorial Metropolitano o el Plan México, desde Un Salto de Vida, seguimos exigiendo que nuestro territorio sea respetado. Que se declare como una zona de Emergencia Sanitaria y Ambiental y se restaure nuestro río.

Mientras tanto los miles de árboles que hemos criado aquí generarán aire y agua limpia que también llegará al río por los arroyos y venas subterráneas de la tierra, dándole un aliento de vida para recuperar y regenerar nuestro río y sanarnos a todos quienes habitamos cerca.

«Les voy a pedir que cierren sus ojos. Y que dejen de pensar todas las cosas que vimos. Que nos centremos en el aquí y en el ahora. Que podamos tener calma para escuchar el agua. Ese es el motivo por el que peleamos»

Qué nos gustaría que ocurriera

Que más personas -tanto dentro como fuera del territorio- conozcan un poco más sobre la contaminación que ha generado el corredor industrial en el río Santiago y cómo ha afectado la salud de las personas que habitamos El Salto y Juanacatlán.

Queremos alentar y rememorar la lucha de largo aliento del conflicto que hemos pasado por recuperar la salud y nuestro río.

Es importante que las personas que viven en la ciudad de Guadalajara conozcan los problemas que afectan al Río Santiago y a su gente. Y cómo esta situación está ligada al abastecimiento de agua “potable”, al consumo de alimentos y a muchas otras actividades de la ciudad.

*Este contenido es publicado por LINOTIPIA con autorización expresa de Periodismo de lo Posible. Da clic aquí para ver la publicación original. Queda prohibida su reproducción.*

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