Marchemos juntas; el país se pinta de morado: 8M

No solo Tijuana se pintó, todo el país -y me atrevería a decir que todo el mundo- se pintó de morado y verde sostenido una misma lucha.

Miles de mujeres salen a pedir justicia por sus hermanas desaparecidas

Por Melanie Gómez

Un mes antes de la llegada del 8M estuvimos planeando nuestro reencuentro para que las calles se pintaran de nuestros cantos, nuestras peticiones de justicia, de cero acoso, de un alto a los feminicidios, un alto a toda esa violencia que es ejercida hacia la mujer.

Estacionamos el carro en un centro comercial, vimos que a lo lejos prevalece el color morado y verde, mujeres de todas edades comenzaron a llegar, a rodear la glorieta llamada “Las Tijeras”, otras esperaban a sus compañeras en el Cecut, haciendo carteles y buscando pañuelos de última hora, creo que la euforia de salir a marchar y ser el corazón de las que ya no están, hace que olvidemos ciertas cosas.

Se dieron las tres de la tarde y toda la marea de mujeres iniciamos a marchar, junto a mí me acompañaron mis amigas, en el camino adoptamos a una chica que estaba marchando sola, como bien lo hemos dicho, ese día aunque no nos conozcamos, no estamos solas.

Mujeres con el rostro cubierto por el cubrebocas, con carteles hechos con mucha creatividad, el loque negro, consignas cantadas a los cuatro vientos: “El estado opresor, es un macho violador”, “Y la culpa no era mía, ni donde estaba, ni como vestía”, “Se va caer, se va caer, el patriarcado se va a caer”. Todos estos cantos salían de mi boca con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta.

Llegamos al monumento a Cuauhtémoc, la sensación de estar en el contingente era maravillosa, se podía percibir una vibra grandiosa, miles de mujeres unidas a una sola voz, a un solo propósito. Miles de carteles arriba adornaban la ciudad, mujeres marchando, cantando y bailando pintaron las avenidas, acompañados sus hijas e hijos demostrando que las infancias se encuentran luchando; mujeres en bicicletas, otras acompañadas de sus mascotas. Morado y verde se convirtieron en nuestros colores patrióticos.

De regreso a “Las Tijeras”, momentáneamente una pequeña de trece años perdió a su madre, toda la avenida de mujeres decidimos arrodillarnos y gritar el nombre de la pequeña, rápidamente pudo encontrar a su mamá; lo irónico de este momento es que al día siguiente surgió un reportaje distorsionando la información diciendo que nos habíamos hincado por nuestras hermanas desaparecidas.

Ya estando en “Las Tijeras” se tomaron algunos minutos de silencio para honrar a nuestras hermanas desaparecidas y quienes han sido víctimas de feminicidios. Curiosamente este año en la marcha situada en Tijuana no pude ver ninguna policía mujer, sin embargo los policías que estaban, no arremetieron contra la marcha. 

Por cuestiones de seguridad mis amigas y yo decidimos salirnos de la concentración antes de que oscureciera. Pero seguimos los acontecimientos desde redes sociales, pudimos ver como mujeres tomaron el micrófono para cantar, contar testimonios, hacer denuncias, también la famosa quema de carteles.

Terminó el 8M, después de las marchas nos toca seguir resistiendo, seguir escuchando las voces de mujeres, continuar aprendiendo, investigar formas de resistencia, apoyar al movimiento aunque no sea 8 de marzo.

No solo Tijuana se pintó, todo el país -y me atrevería a decir que todo el mundo- se pintó de morado y verde sostenido una misma lucha.  

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