Pecera de hormigas

El mecanismo de tu boca se detiene a media palabra mientras parpadeas de reojo y te percatas de una especie de volcán en miniatura en el centro de la pecera. Te inclinas. Tres orificios, cuatro esquinas, tres colores diferentes.

 

Imagen: Julio César Cerletti para Flickr
Por Ismael Enríquez García

Pecera de hormigas

Te molesta el sol de verano ocultándose, golpeando el lado izquierdo de tu rostro, insistes en taparte con ese periódico que llevas en la mano mientras caminas. Tu mirada se clava en una  roca que pende a media colina y tu postura se vuelve retadora frente al gran cúmulo de tierra que no te deja treparlo erguido. Subes. Llegas a la roca sin voltear atrás, no te asombras de haberte arrepentido, te asombras de encontrar a tu vecino de diez años, con una especie de pecera con tierra, en las piernas que cuelgan hacia el abismo. Tu falta de aliento, el vértigo y la incertidumbre que deja en shock, solo te hace intercambiar miradas con tu vecino y  su pecera.

–Es una granja de hormigas–  te dice. Inclinas tu cuerpo hacia enfrente sin mover las piernas y extiendes tu brazo izquierdo en sentido opuesto para hacer contrapeso. Observas, reculas. –¿Qué haces con eso aquí arriba y para qué las quieres?–  El niño se pone de pie sujetando la pecera a media altura dando la espalda al abismo, tus ojos se abren y tu tono de piel cambia. Das medio paso, lo sujetas y lo acercas hacia ti, frunces el ceño –Deberías de tener cuidado. ¿Para qué traes las hormigas aquí?–. El niño coloca su granja en el suelo –Vengo a buscar otras hormigas para darles de comer a las mías, ¿ya miraste?, tengo tres especies diferentes.– El mecanismo de tu boca se detiene a media palabra mientras parpadeas de reojo y te percatas de una especie de volcán en miniatura en el centro de la pecera. Te inclinas. Tres orificios, cuatro esquinas, tres colores diferentes.

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El transparente vidrio te deja explorar mientras tus ojos como una especie de cámara telescópica se pega a cada una de las especies. Inclinado, giras un poco para ver a tu vecino que se encuentra de pie.

–¿Ya miraste?–, te dice. Giras de regreso tu mirada a la pecera. –Las tres colonias están construidas de la misma manera bajo tierra: en forma de Y griega. Un camino las lleva hacia su guarida y el otro las conecta con el montículo donde se guardan las reservas. Las verdes recolectan las hojas y las introducen en el montículo para tener reservas de alimentos, las rojas reparan y construyen  y las negras se encargan de la limpieza y de repartir las provisiones de manera ordenada. Al principio fue todo un caos peleas por todas partes, pero con el tiempo construyeron cada una por su lado en una esquina, apareció el montículo y parece que se pusieron de acuerdo.–  Tu mirada giraba atenta mientras tu vecino te explicaba la función de cada una. Algo te provocó una mirada perdida que se mezcló con un silencio por unos segundos. De reojo miras a tu vecino –¿A qué te refieres con que vienes a buscar hormigas para alimentar a tus hormigas?.

–¿Ves esa esquina vacía? cada vez que intento meter una nueva especie para ver cómo crece mi granja, se vuelve un caos total. Las otras tres especie atacan hasta matarlas y convertirlas en su alimento sin importarles que haya un espacio vacío o lo que puedan aportar, dice mi papá que está en su naturaleza, que lo hacen para sobrevivir, pero yo no entiendo, si tres pudieron construir calles bajo tierra y un gran hormiguero tal vez cuatro puedan hacer otro hormiguero.–

Te pones de pie y tu mirada se pierde en la ciudad que yace en las faldas de la colina, colocas el periódico a la altura de tus ojos para taparte del sol que se oculta y pega en tu rostro impidiéndote sostener la vista.

–¿A quién le haces señas?

–No le hago señas a nadie, me tapo el sol que me molesta…

 

Conflicto entre habitantes y migrantes en Playas de Tijuana aún no cesa
Frontera.info
Por Alejandro Villa | 15/11/2018 -1:54

Esta noche vecinos de Playas de Tijuana han retado a golpes a miembros de la #CaravanaMigrante quiénes se han reunido para organizarse y entablar un diálogo con los inconformes, para poder frenar los enfrentamientos verbales.

A pesar de que hubo momentos de tensión, lograron mantener bajo control el conflicto, solamente un señor resultó detenido debido a que traía una lámpara que daba toques.

 

 

Ismael Enríquez García, es estudiante del quinto semestre de la licenciatura en Lengua y literatura de hispanoamérica, en la Facultad de humanidades y ciencias sociales de la UABC.

 

 

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