El mundo se sacudió con las noticias sobre el retorno del régimen talibán en Afganistán. Se viralizaron imágenes de la población amontonada en los aeropuertos intentando escapar, un avión transportando el doble de pasajeros. Pero ¿y las mujeres?
Es de conocimiento general que la situación de violencia contra las mujeres es universal; la historia ha dejado en claro que ante cualquier evento bélico masculino, los territorios y las mujeres son los campos de batalla.
Tras la toma de los talibanes, las mujeres temen que este régimen traiga lo peor para ellas: casamientos forzados, violaciones, amputaciones, encierro, ejecuciones públicas… Y está sucediendo.
De acuerdo a la Revolutionary Association of the Women of Afghanistan, hay por lo menos 29 prohibiciones hacia las mujeres bajo el régimen talibán: prohibición del trabajo fuera del hogar, cualquier tipo de actividad exterior que no sea supervisada por su mahram (padre, hermano, marido) está prohibida; las mujeres ya no pueden asistir a las escuelas, solo a seminarios religiosos; el uso de la burka es obligatorio, habrá azotes y castigos físicos para las mujeres que no vistan “adecuadamente”; lapidación pública para las que mantengan relaciones sexuales extramaritales, no podrán dirigir la palabra ni entablar conversación con varones que no sean su mahram; no pueden tener presencia en ningún medio de comunicación, no podrán asomarse por sus ventanas o balcones; está prohibido que usen baños públicos y no pueden aparecer en ninguna fotografía ni video. Por mencionar algunas de las barbaries.
En un abrir y cerrar de ojos, las mujeres afganas retrocedieron 200 años en la historia
En Afganistán las mujeres perdieron su libertad, su autonomía, sus derechos, su voz, su imagen, lo perdieron casi todo. Las mujeres están siendo despedidas a las fuerza de sus trabajos, a las niñas ya no les permiten acceder a las escuelas, las mujeres en puestos políticos o trabajan en pro de los derechos de las mujeres, temen por su seguridad debido a que los talibanes ya recuperaron toda la información respecto a ellas y sus familias.
Esta mañana comenzó el borrado de las mujeres en espacios públicos. Todos los establecimientos (salones, sastrerías, tiendas de ropa) que contenían publicidad donde aparecieran mujeres, la retiraron para evitar ser sancionados; vallas publicitarias en las que había mujeres están siendo pintadas para ocultarlas. La corresponsal de CNN, Clarissa Ward, que solía vestir ropa normal, de color durante las transmisiones, ya porta la burka.
Ante este terrible panorama las mujeres siguen resistiendo: en una entrevista para BBC, Anisa Shaheed, mujer afgana, periodista, declara su resistencia y se niega a ceder ante los talibanes. Periodistas compartieron la imagen de 7 niñas que caminaban hacia la escuela el primer día de la toma talibán, resistiendo y oponiéndose a la privación de su libertad y derecho a la educación.
¿Qué podemos hacer ante esto?
En nuestras manos queda difundir la información, testimonios y experiencias que logren salir en medios de comunicación, visibilizar y apoyar las iniciativas de organizaciones de apoyo como womenforwomen.org, womenforafghanwomen.org y Rukhsana Media, un medio que difunde historias de mujeres afganas, llevado y dirigido por mujeres de Afganistán.
A pesar de que esta situación se siente tan lejana, la violencia patriarcal llega a las mujeres en todo el mundo, a pesar de que sea en distinta medida y dimensiones. Traer la conversación a la mesa, visibilizar y sensibilizar sobre la situación es necesario.
La violencia patriarcal, aquí en México, nos quita a 11 mujeres diarias. Es imprescindible tomar conciencia de que, en este momento, hay mujeres que están siendo violadas, privadas de su libertad, maltratadas y asesinadas, en cada rincón del mundo. La violencia patriarcal nos atraviesa a todAs.
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