La pandemia ocasionada por la aparición del virus SARS-COV-2 ha provocado miles de cambios en la vida, la rutina y salud de la población mundial.
En 2020, gobiernos de todo el mundo aplicaron un confinamiento máximo para evitar la propagación del virus, modificando así la rutina de la población: pérdida de empleo, cierre de escuelas para volverse todo en modalidad en línea. Ante este drástico cambio, también hay respuestas mentales como el estrés.
Mucho se ha hablado y discutido sobre las secuelas que deja el virus en la persona que enfermó, miles de estudios sobre el daño cognitivo, del sistema respiratorio y digestivo; pero hay un tipo de secuelas que poco se han estudiado y comentado: en la menstruación.

Las mujeres en etapa fértil, a raíz de esta pandemia, vieron su menstruación alterada; algunas, por el estrés de la situación, otras por haber enfermado y ahora, por la aplicación de la vacuna.
El estrés es un estado de cansancio y agotamiento mental que altera el cuerpo a nivel neurológico y patológico; en las mujeres el estrés puede ocasionar retrasos, ausencia o disminución de la menstruación debido a que el sistema reproductivo detecta las alteraciones y bloquea la ovulación.
Muchas mujeres cambiaron su rutina cotidiana durante el encierro: algunas perdieron sus trabajos, otras trabajan ahora desde casa, las estudiantes cambiaron su dinámica de aprendizaje y las que maternan y trabajan (incluso como amas de casa) ahora tienen doble o triple carga de labores en el hogar.
Hasta ahora algunas mujeres que contrajeron COVID reportan que han sufrido alteraciones y estragos visibles en su ciclo menstrual. Una mujer a través de Twitter (@BrujaDeLilit666) lanzó la crítica de cómo en los medios no se habla de estas repercusiones y algunas mujeres más confirmaron lo que ellas experimentaron tras la enfermedad.
Algunas mencionan que se adelantó la llegada del sangrado, que se presentó más abundante y doloroso; retrasos fuera de lo normal, aumento o reducción de los días de sangrado y algunas mencionan que contrajeron la enfermedad al mismo tiempo que estaban menstruando y sufrieron estragos emocionales, cansancios, fatiga y los síntomas mucho más fuertes.
Hasta el día de hoy, pocas investigaciones científicas se han hecho al respecto, pero algunos estudios señalan que alrededor del 20% de las mujeres reportó una disminución en el sangrado y aquellas que desarrollaron enfermedades graves, presentaron ciclos más largos (más de 28 días).
El momento del ciclo en que se encuentre la mujer al contraer COVID-19 puede influir en la intensidad de los síntomas. Los síntomas cefálicos (dolor de cabeza, migraña) se intensifican después de la ovulación y antes del sangrado; debido a la caída de estrógeno, las células inmunes del cuerpo disminuyen y los síntomas pueden empeorar.
Ahora con la campaña de vacunación, muchas mujeres han reportado alteraciones en el ciclo menstrual posterior a la aplicación de aquella, a pesar de que ningún efecto adverso de este tipo se encuentre en la ficha técnica de las vacunas.

Las alteraciones más comunes son: sangrados irregulares, aumento del volumen o días de sangrado, ausencia de la menstruación, dolores menstruales más intensos y sangrados post-menopausia.
Laura Cámara, impulsora de una plataforma de salud reproductiva, realizó una encuesta vía Instagram sobre estos efectos y el 51.2% de las 2.800 participantes reportaron estas alteraciones.
La Doctora Victoria Male a través de un artículo de BBC subraya que: “después de la vacunación, circulan por el cuerpo muchas señales químicas que pueden afectar las células inmunitarias. Esto podría hacer que el revestimiento uterino se desprenda y provoque manchado o sangrado intermenstrual.”
A pesar de todo esto, queda esperar que los investigadores científicos analicen más a fondo esta problemática para que los efectos adversos que causa la vacuna en la menstruación sean incluidos en las fichas técnicas de las sustancias.
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