El amor romántico es un mito: una idea basada en roles de género patriarcales que se enseña, perpetúa y valida a través de las tradiciones, las producciones cinematográficas, musicales o literarias; además, es hegemónico.
Este mito del amor romántico está inherentemente ligado al mito de la monogamia. Incluso se podría decir que son co-dependientes.
¿Cómo se relaciona el amor romántico con la monogamia?
El amor romántico es eso que se ve en las películas Disney o en los clásicos del cine: el amor que todo lo puede, la media naranja, el amor de los celos y de la posesión; el amor del matrimonio, con una sola persona, para toda la vida.
Entre los mitos del amor romántico se encuentra el de la monogamia; ese que señala que cuando encuentres a “la persona indicada” esta debería cubrir todas las necesidades de una relación sexo-afectiva.
De esta forma, se perpetúa el mito de la monogamia, que implica que al existir “el verdadero amor”, o “la media naranja”, no existirán deseos o vínculos sexo-afectivos con ninguna otra persona por el resto de la vida.
Esto, en ocasiones, es lo que lleva a las infidelidades o rupturas tempranas cuando aparece un deseo por una persona ajena a la relación: ”¿ya no quiero a mi pareja si me siento atraídx por otra persona?” ”¿tengo que reprimir este deseo siempre o lo sigo y le soy infiel a mi pareja?”.
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¿La monogamia es natural?
La monogamia no es un factor biológico ni natural de los seres humanos ni de todos los seres vivos sociales.
En el reino animal, hay pocos animales que son monógamos; pero a diferencia de los seres humanos, sus razones son primitivas: el mantenimiento de la especie y el apareamiento con especímenes más fuertes.
En el caso de los seres humanos, como seres sociales y evolucionados, hay otras formas de vivir las relaciones y la sexualidad lejos del mero objetivo reproductivo.
De acuerdo a expertos y estudios biológicos, sólo el 5% de las especies de mamíferos (excluyendo a los humanos) son monógamos; mientras que el 90% de las aves sí lo son, debido a su situación de vulnerabilidad y como presas.
Otros animales no practican la monogamia sexual en sus hábitats; por ejemplo, los delfines mantienen relaciones sexuales por placer y no con el fin de la reproducción (lo hacen con especímenes del mismo sexo y en grupo).
La monogamia es patriarcal y capitalista: desventaja para las mujeres
La monogamia se instauró como el único modelo relacional por razones patriarcales y capitalistas. Así como en el matrimonio, se intercambia la posesión de la mujer entre el padre y el esposo, sucede con la monogamia, como modelo para mantener la posesión de las mujeres y su capacidad de gestar.
Además, en matrimonios y relaciones monógamas, se asegura que el patrimonio sea heredado a parientes de sangre, como los hijos varones.
El amor romántico y la monogamia afecta, sobre todo, a las mujeres. En ambos casos, es a la mujer a la que se otorga el rol de sumisión y posesión; además, en situaciones de violencia contra las mujeres, los principales agresores son las parejas románticas.
El rol de las mujeres tanto en el amor romántico como en la monogamia es pasivo. Las mujeres “reciben” el cortejo, las mujeres son las que “se entregan” en matrimonio. Por lo tanto, son las que se encuentran en estado de vulnerabilidad de manera estructural y sistémica.
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La monogamia en la práctica
Incluso al día de hoy, la monogamia se percibe como el modelo relacional “natural”, sin embargo, en la práctica, suele fallar en la mayoría de los casos.
Una encuesta realizada por la plataforma Gleeden arrojó que por lo menos el 58% de los mexicanos consideran que la “infidelidad” es natural, cerca de este porcentaje, el 57% considera que es posible amar a la pareja y ser infiel.
El 67% de los participantes respondieron que han sido infieles por lo menos en una ocasión. El 44% respondieron que el deseo sexual por una persona que no es su pareja es la principal razón de la infidelidad.
Incluso la tasa de divorcios en México señala que una parte significativa de los matrimonios terminan en separación. Según el INEGI, en 2021, por cada 100 matrimonios, hubo 33 divorcios. Además, la mayoría de los divorcios se dieron en relaciones heterosexuales.
Entre los discursos populares, las encuestas y las estadísticas alrededor de la infidelidad, queda claro que ni siquiera en una cultura en la que la monogamia se considera natural, se sigue al pie de la letra.
Con la llegada de las redes sociales, incluso, se han incorporado otros tipos de infidelidad; desde dar “likes” a las fotos de tercerxs, hasta mantener conversaciones sugerentes o intercambiar fotos.
¿Por qué si se falla tanto en la práctica monógama seguimos perpetuándola?
Porque, al igual que el amor romántico, la monogamia es un mito naturalizado en nuestra sociedad y cultura.
Los mitos son creencias, costumbres o ideologías que se encuentran internalizadas en las sociedades y son perpetuadas por los discursos, los medios y las enseñanzas. Sin embargo, nunca es tarde para des-aprender mitos y encontrar formas distintas de relacionarse con otras personas, desde la responsabilidad y la ética.
La monogamia, claro, puede ser un modelo relacional válido y posible. Sí existen parejas que eligen ser monógamas y se sienten cómodas bajo ese régimen, no obstante, los modelos relacionales deben basarse en la decisión, no en la imposición.
Como oposición y alternativa tanto al mito del amor romántico como al de la monogamia, existen modelos relacionales que establecen el amor libre, la creación de acuerdos basados en las necesidades y deseos en la pareja (lejos de la norma mitificada) y relaciones de no-monogamia ética.