Por Adyr Corral
Javier Ibarra. Kase O, utiliza el nombre que te acomode mejor, pues a estas alturas de su carrera ya han completado la simbiosis en el individuo de 42 años de edad nacido en Zaragoza, España, y no hay manera de saber donde empieza uno y dónde acaba el otro.
Si entraste a esta crónica sin estar realmente seguro de qué habla, este reportero le pone en contexto que, entre los murmullos del público, Kase O es el mejor rapero en español de la actualidad y para otros simplemente es un icono de una época que ya se fue.
“No güey, estar aquí es otro pedo… es una sensación muy buena. Kase O es un de los raperos más grandes de la historia hispanoparlante. ¡Estoy contento de estar aquí y poder disfrutarlo en vivo!”, aseguró uno de los asistentes al evento frente a las cámaras del propio Pepsi Center que en sus historias de Instagram subió una serie de testimonios de los fanáticos del rapero español.
Sea como sea, durante su presentación en la Ciudad de México para celebrar el décimo aniversario de Jazz Magnetism, Kase O hizo algo más que soltar rimas como solo “El Gordo” que la “Pisa Bien” sabe hacer. También presentó sus cartas credenciales como embajador plenipotenciario del RAP en español.
Su misión principal en esta visita de Estado: terminar con las diferencias entre la escena española y la mexicana. Pero sobre todo, y más importante aún, con la artificial disyuntiva de las implicaciones de escuchar Rap mexa-español. Y les adelantó que lo logró.
Porque hay que hacer un ejercicio de honestidad intelectual allá en el 2011 cuando lanzó Jazz Magnetism, su primer álbum como solista, en todo México había un falso dilema en cada esquina, cada Tsuru modificado y cada cancha de frontón donde se escuchaba Rap en español y terminó por convertirse en un completo impasse.
Por un lado, o escuchabas la naciente escena con Eptos estrenado Plomo, Tanke One con Planeta Terror o T-Killa con Atake o lo que se hacía del otro lado del Atlántico y donde sobra decir Ibarra fue (¿es?) uno de los principales artífices.
Una ridiculez pueril que te obligaba a escoger un bando y suprimir cualquier material remasterizado del otro so pena de ser tachado como poser. Una mutilación cultural, vamos.
A las 21.03 horas Kase O subió al escenario con su identitario corte mohicano que después de 20 años de carrera ya pinta cano. Vestía bermudas y una playera con la siguiente frase serigrafiada: “Si quieres cambiar algo. Cambia tú”.
Da sus primeros pasos en la tarima y le agradece a Dios por su público para después presumir ante un recinto lleno a los músicos que le acompañan. “Nos comunicamos mentalmente y espiritualmente”, dice en una línea difusa entre el sarcasmo y el genuino convencimiento del pensamiento mágico.
El público se desborda. Empiezan los cánticos de “olé, olé, olé, Kase, Kase” y el zaragozano -gentilicio de las personas nacidas en la provincia de Zaragoza- responde cándido a su público con un “los amo”.
Antes de dar rienda suelta a toda la energía de Javato Jones, el MC les leyó las letras pequeñitas de ese contrato imaginario que siempre se finca entre un artista y su público antes del concierto: “Sé que estáis apretados esta noche. Vamos a trabajar tres disciplinas mente, espíritu y cuerpo”.
Es interesante ver en acción a un tipo que no tiene ningún tipo de estudio formal en música haciéndola de líder de una banda de jazz. Aplican perfecto las palabras de B.B. King, “no creo en los estilos, sino en la música”.
Y en un zarpazo activó el interruptor del magneto de su gira de aniversario a propósito de que, hace una década se cortó el cordón umbilical de Violadores del Verso, y entonces como fierros atraídos por las fuerzas electromagnéticas empezaron a caer las canciones una tras otra.
Libertad, Esto no para, Tiranosaurio Rex, Ringui Dingui, Mi estilo es como el sol y Ballantains algunas de las que interpretó a lo largo de dos horas entre improvisaciones de sus jazzistas y mensajes motivacionales.
“Ningún tipo de orden, caos. No sé que quiso Dios poniendome en un escenario”, soltó casi mesiánico. Todo se volvió una caricatura de sí mismo cuando, perdiendo la compostura, ante una nueva embestida de “olés, olés, olés” decidió enseñarle las nalgas al público como… ¿Gesto de agradecimiento?
A 39 minutos de haber empezado el recital apareció su peluchito del Dr. Simi. Vestido como él y cargando una botellita de Ballantains. Pero por supuesto que no podía ser de otra manera.
Kase O, venía latinizado. En una ocasión entonó unos segundos el inicio de Suavemente de Elvis Crespo y en otra más adelante una parte de Sopa de Caracol de la poderosísima Banda Blanca.
Con el paso del tiempo los mensajes entre canción y canción que soltaba en el micrófono se empezaron a mimetizar con discursos motivacionales al estilo Coaching y teorías de vampiros energéticos.
“Yo creo mucho en las energías. Quiero que te visualices sano y feliz. Energía para la gente en los hospitales (…) No te asustes si la persona de a lado comienza a levitar (…) Si vas ante el mar, arrodíllate ante el mar. Sorprendente”, por citar algunas.
De cara al final de la presentación se selló el entendimiento diplomático. Muelas de Gallo, MC de la Banda Bastón, sube al escenario en representación del Rap mexicano y firma la paz permanente entre los dos continentes con un popurrí de sus mejores rimas. La mutilación cultural ha comenzado a ser restaurada.
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Adyr Corral (Ciudad de México). Un mexicano extraviado en la metafísica | Voyeur de textos incompletos| Corresponsal del Apocalipsis. TW: @AdyrCorral.