El retrato de una principiante, sobre la niña atrapada en el portal de su creciente sexualidad y la religión
“The real question of Cuties is – can we, as women, truly choose who we want to be, beyond the role models that are imposed upon us by society?”
Maïmouna Doucouré
Por: Bianca Arvizu
Cuties (Mignonnes), la ópera prima de Maïmouna Doucouré, nos presenta la historia de Amy (Fathia Youssouf), quien, con apenas 11 años, debe adaptarse a los cambios que conlleva la mudanza de su familia musulmana a un barrio sin recursos del París moderno.
La ruptura comienza con la introducción de Angelica (Médina El Aidi-Azouni), siendo la líder de un grupo escolar de bailarinas y avanzando siempre bajo sus propias reglas, llega a representar lo que Amy más anhela: la libertad.
En el cine, el mundo suele derrumbarse para aquellos que no saben medirse y caminan sin tomar en cuenta sus obligaciones.
La trama presenta de inmediato su problemática, la cual reside en la falta de conocimiento e inocencia que caracteriza a Amy y a sus amigas, sobre las delgadas líneas entre lo permitido y lo obsceno (cláusulas de edad mínima) en su comunidad y en el mundo.
Un ejemplo es la escena en la que Amy conoce el twerking por medio de un video viral de reggaeton, que la inspirará a perfeccionarlo y así, ganar su puesto en el grupo de baile “Las Guapis”.
La guerra unilateral golpeó tanto a la cinta como a su realizadora por parte de un público que no tuvo tiempo de ver más que su póster y especular.
El mensaje y su postura son claros, la intención es crear aquel molesto reflejo, que proyecta las consecuencias de alabar figuras que no representan ni una fracción de lo que quieres para tus hijos.
Maïmouna crea un filme que sorprende en su capacidad de crítica objetiva, sobre el tema de hipersexualización infantil que utiliza sin censura ni sutileza.
Así como elementos representativos de la represión y de la modernidad, también implementa una idea de la globalización en el contexto social como el único recurso que podría hacerlos colapsar.
Cuties retrata con franqueza las situaciones en las que se ve envuelto cualquier ser humano a temprana edad. La insaciable necesidad de pertenecer, el miedo de enfrentarnos a un contexto que nos sobrepasa y juzga, así como la aceptación del ser que más amamos.
Bianca Arvizu cofundadora de la casa productora de medios audiovisuales Producciones Contraluz junto con Marlon Morales. Directora de fotografía de cortometrajes tales como “Horas de Expreso” (2020), “ Cortando Sangre” (2018), “Emma o las incoveniencias de un suicidio” (2018) entre otras.
