Fotografía: Segundo Enfoque
Por Vicente Herrera
El acusador
Cuando mi odio comienza a aplacarse, reviso mi newsfeed. Veo las selfies de las personas. Todas editadas, todas llenas de filtros, todas rebosantes de hipocresía. Los dientes todos blancos y alineados adornando una sonrisa falsa. Sé que es falsa porque abren los ojos como de huevo cuando sonríen. ¿Por Dios, quién se carcajea con los ojotes abiertos? ¡Nadie! mugres falsos, nadie.
No puedo salir estando tan calmado, por eso reviso con frecuencia mi celular, para encabronarme más. Tampoco puedo salir desarmado. Llevo conmigo mi cuchillo Vulcanus de doble filo y guarniciones de plata, lástima que no sea de obsidiana… Lo compré en e-bay.
Yo me encargo de los Lords y las Ladies, todos ellos unos parásitos con dentaduras perfectas, ojos redondos y brillantes cuando sonríen. Todos ellos contratados para comerciales que sólo interrumpen lo que veo en Facebook y YouTube. De los pobres diablos se encarga la gente. Yo sólo enciendo la mecha: “eh, me quiere robar. Atrápenlo”. La gente reacciona de inmediato: los desnudan, los golpean, los humillan y los queman. Y todo queda grabado. Ay, que te asalté porque tengo una familia que mantener, ni madres. Ay, que me robé a tu hijo porque yo ya no puedo tener y quiero saber qué se siente ser madre, a la chingada con eso. A todos los agarramos parejo.
Mido 1.58 casi 1.59. Con las botas alcanzo el 1.60, pero no es suficiente. Las mujeres me dicen que tengo estatura de vieja, sencillamente que no soy hombre. Los hombres me dicen que soy un putito, un meco. También soy muy delgado. Mis costillas se pegan más a las camisetas que a mi piel. Por eso no sospechan de mí. Por eso mi trabajo es sencillo: ¡Soy el acusador! No necesito pruebas, la gente ya sabe cómo está de caliente la situación. Entre menos ratas, mejor. Entre menos gente, menos ratas y así ad infinitum, hasta que sólo quedemos los justos.
De los jodidos que se encargue la gente, a mí denme a los ricachones.
No es justo que sus fotos retocadas tengan miles de likes y las mías no lleguen ni a diez. No es justo que sus publicaciones del tipo: “MG y te califico” tengan cientos de likes y mis poemas ninguno. No es justo que presuman su comida y yo a duras penas coma una vez al día. ¡No es justo, no es justo, no es justo!
Que la gente se encargue de la escoria y yo de los parásitos que viven de la escoria, de sus likes. Yo me encargo de esos putos que deberían ser linchados, pero la gente no se atreve. Son sus fans, los ven como sus ídolos. No ven como yo a través de sus dientes falsos, de sus ojos falsos, de toda su imagen falsa, no lo ven. Para fortuna de todos, lo último que ven esos ojos falsos es la punta de mi Vulcanus. Lástima que sea de stainless steel y no de obsidiana. Quisiera llevarlos a la punta del cerro Colorado, sacarles el corazón y patear sus cuerpos hasta el corredor 2000. Quisiera revivir los sagrados rituales de nuestros antepasados, pero este Dios cristiano me lo impide. “Ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie” ¿No lo recuerdas, Dios? Ellos nos matan de hambre y tú no me dejas arrancarles el estómago ni el corazón, si es que tienen.
Padre, me cansé de acusarme. Ahora lo acuso a usted: “eh, me quiere violar”.
Soy Vicente Arturo Herrera Herrera, nacido y criado en Tijuana. De lunes a viernes estudio Literatura, los fines de semana se los dedico de lleno a la cerveza, a la música, a las series, a las películas, a las fiestas, a los memes… en resumen, al desmadre y al ocio.
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