Privatizaron los paisajes

Entonces reflexionas que quizá cuando te alcance el dinero y el tiempo, ya no habrá playa a dónde ver el sol y escuchar las olas

Desde que tengo memoria mi gran familia: más de 20 tías y tíos, hijxs de 5 señoras, quienes a su vez son abuelas de unos 30 chamacxs; realizábamos un campamento rumbo a Ensenada, cerca siempre de la playa.

Al principio fueron en un lugar que recuerdo como mágico, lleno de árboles, llamado Salsipuedes. Tremendo nombre. Pese a mis recuerdos de un bosque cercano a la playa donde los chaneques abundan, mi mamá me ha dicho que ese sitio era de malicia y libertinaje: jóvenes consumiendo alcohol a diestra y siniestra, escuchando música rock a todo volumen (un sueño, un punto mágico, como dije).

Luego, por el nivel de libertinaje en Salsipuedes, nos cambiamos a otro sitio. Un poco más accesible, terreno plano, sin árboles y con una larga escalera llena de arena que dirigía a los visitantes a la playa. Alisitos, si no mal recuerdo.

Cerca de Alisitos había una gran roca a la que solíamos ir mis primxs y yo. A la orilla del mar, se encontraba esta majestuosa arena sólida como un caballo salvaje al que nos gustaba montar. Desde ahí sentíamos la brisa de las olas chocando con la pequeña montaña a la que se hizo tradición visitar.

Una de esas veces, una ola chocó tan fuerte que jaló mi cuerpo de 11-12 años hacia la humedad fría que tiene el océano pacífico. Un suceso que quedó grabado para la posteridad.

En ese lugar pasamos muchos campamentos, hasta que —desgraciadamente— entre la borrachera algunos tíos creyeron buena idea tomar sus carros y hacer “donitas” en la tierra. Ciertamente, no tengo la claridad en los recuerdos como para saber si fue ahí, es una suposición porque nos cambiamos de paraje una última vez.

Los Girasoles fue el último sitio que visité en estos campamentos con mi familia, hace más de 4 años. Con más de 18, pude ser más consciente de lo que pasaba alrededor (aún así mis recuerdos son vagos, quizá porque ya consumía alcohol).

Pienso que cobraban 25 dólares por carro o por casita de acampar. El sitio ofrecía regaderas con agua caliente y la ventaja era que la playa quedaba a unos cuantos metros. Solo había que cruzar unas grandes rocas que servían para separar la tierra de la arena.

Las playas en México son territorio federal, pero sucede que para acceder a muchas tienes que pasar por territorio privado. Además, estos capitalistas que explotan la tierra con el turismo, suelen ignorar el daño que pueden hacer al medio ambiente y son poco regulados por el Gobierno.

Cada 4 de julio, las playas que solía visitar con mi familia se llenaban de gringos adictos a la pirotecnia que celebraban su independencia desde las costas de otro país.

Con el tiempo yo crecí, naturalmente, y el crecer en una familia de clase media baja hace que tengas que trabajar. No entré a la Universidad con el sueño de juntar dinero e irme a estudiar cine, pero al mismo tiempo comencé a salir a bares y eso implica invertir lo que me dejó sin ahorros.

Los ahorros fueron lo de menos. Trabajar implica compromiso y hoy día, sobre todo puedo decir que en mi ramo (audiovisuales), también trae estrés y falta de tiempo. ¿Cómo puedo faltar tres días al trabajo si tengo cosas que pagar en Coppel? Esto me llevó a dejar de lado los campamentos familiares. Quizá yo me obligué a dejarlos por mantener un estilo de vida citadino.

A mis 25 años, un cuarto de siglo, me replanteo las decisiones que he tomado en los últimos 8 años. El camino que tomé me llevó a ser lo que soy. Y el “yo” del presente extraña la playa, la juventud y su familia.

Pero cada vez se siente más lejano el mar. Cada vez es más difícil encontrar el tiempo y tener los recursos para ver un sol de verano ocultándose tras las olas.

Para ir al mar hay que tener carro. Si uno se quiere mojar en el agua salada debe irse más al sur, porque en Tijuana el mar sabe a la crudeza de los barrotes fronterizos.

Si se tiene un vehículo disponible se debe planear. Dejar el trabajo en orden. Apartar los días. Juntar dinero. Comprar comida y bebidas. Y la organización le quita la magia. Uno ya no puede ser improvisado. Al menos no siendo trabajador. Porque entonces habría que hacerlo con un año de anticipación. ¿Qué tal si ya no llegamos? Nombre… En esta vida lo único seguro es la muerte y lo que me temo es que ya privatizaron los paisajes.

¿A qué lugares puedes ir sin pagar? ¿Cómo escapar del estrés del tráfico y del trabajo cuando tienes un cuadro de plástico que te conecta al banco y te dice “compra, paga, compra, paga”?

Uno ya no puede viajar tan fácil. Porque mientras creces debes pensar en independizarte, en conocer gente para hacer relaciones públicas o tener relaciones sexo-afectivas. En el camino encuentras amistades con las que también quieres compartir la vida. Entonces te divides: trabajo, escuela, familia, amigos, amor, trabajo no remunerado, sexo.

Luego descubres lo bien que le hace a tu mente escribir, leer, ejercitar el cuerpo, ver películas (porque aún sueñas con hacer cine). Y cada actividad te divide, terminas por dejar de lado las horas de sueño.

Duermes menos. Rindes menos.

La vida se va en hacer lo que tienes que hacer y buscar el tiempo para lo que te apasiona. Mientras se te hace imposible llegar a una playa porque no tienes carro y tampoco te alcanza, estas son contaminadas.

Entonces reflexionas que quizá cuando te alcance el dinero y el tiempo, ya no habrá playa a dónde ver el sol y escuchar las olas.

¿Qué hacer para cambiarlo? 

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