Tijuana: una frontera de imágenes

De Tijuana se ha dicho mucho, casi siempre destaca su condición fronteriza, como si sin San Diego, Tijuana no fuese nada.

Una crónica antropologica de la ciudad – frontera Tijuana, en una era pándemica, en proceso de gentrificaión y personas desaparecidas; donde la fotografía urbana emergente es la pieza medular

Bajando al centro

De Tijuana se ha dicho mucho, casi siempre que se dice algo de esta ciudad: se destaca su condición de frontera, como si sin San Diego, Tijuana no fuese nada. De Tijuana se ha dicho que es violenta, y a la vez que la violencia es un mito; que es una ciudad moderna, pero al mismo tiempo que es un rancho.

Se ha presentado como el lugar donde inicia la patria y también como una tercera nación. Fiamma Montezemolo, investigadora del Colegio de la Frontera Norte (COLEF), escribió en 2005 un artículo llamado Tijuana no es Tijuana. Representaciones en fragmentos al margen de la frontera que destaca las contradicciones de la ciudad para intentar buscar una respuesta entre quienes escriben lo que la frontera es y lo que podría ser “una Tijuana”.

Después de darle vueltas al artículo de Montezemolo mientras me encontraba camino al centro en el taxi, observando por la ventana los paisajes urbanos que pintan la alargada calle segunda, recordé el segundo capítulo del libro Nuestra ciudad mía de Humberto Feliz Berumen.

Este capítulo está construido con citas de autores que hablan sobre Tijuana, al final Berumen puntualiza que no existe una sola Tijuana, sino muchas, una Tijuana distinta que vive Tijuana (o, vive en Tijuana, diría Aurelio Meza en Sobre vivir Tijuana), la suma de todas estas Tijuanas representan la verdadera Tijuana.

Por Enrique Martínez

Tijuanenses

Cuando llegué al centro, caminé de la calle Segunda a la Tercera, como si tuviera prisa, de la Niños Héroes crucé a la Constitución y para cuando llegué a la revu, saqué una libreta y un lápiz y usando mi celular de grabadora, busqué a las primeras diez personas que me dejaran preguntarles sobre Tijuana. 

Usando las seis contradicciones que postula Fiamma Montezemolo en su artículo, resultó que el 100% respondió que Tijuana es única, frente a la afirmación de que Tijuana es una ciudad cualquiera.

El 30% aseguró que la ciudad es violenta frente al 70% que piensa que toda ciudad es violenta. 90% de las personas encuestadas se sintieron más seguras con la afirmación “Aquí empieza la patria” frente a “Tijuana tercera nación”.

Todos aseguraron que Tijuana es una ciudad moderna y no un rancho. El 50% dijo que Tijuana no es México (culturalmente hablando). El 100% se sintió más cómodo con la afirmación de que Tijuana es una ciudad Transfronteriza, frente a la afirmación de que Tijuana no se mezcla.

Claro que 10 personas no cubren una muestra poblacional como para afirmar “¡EXTRA EXTRA! Los tijuanenses creen que Tijuana es una ciudad única”, pero fue suficiente para notar que los tijuanenses prefieren hablar bien de Tijuana cuando se les pregunta directamente sobre ella. 

Para Pachecho, un señor que dice ser más viejo que el conejo de la luna y que pude encuestar mientras estaba sentado a las afueras del casino Caliente de la avenida Revolución, Tijuana es su patria, “Tijuana es nuestra ciudad, porque aquí nos forjamos, aquí nos hicimos, aquí progresamos, Tijuana es muy importante porque es el brazo donde empieza la patria”.

Jesus Manuel, de 34 años, dijo que Tijuana “es un mosaico multicultural, podría decirse que todas las identidades unidas crean una identidad propia y por eso vendría a ser una tercera nación”.

Hugo de 21 años contestó que “Tijuana es lo mejor que hay en México” siendo apoyado por su amigo Carlos, para después referirse al gran talento deportivo tijuanense que ha destacado a nivel mundial, puedo asumir que se refieren en concreto al caso de Brandon Moreno que hace poco se coronó como el primer campeón cien por cien mexicano de la UFC.

Después crucé camino con Nancy, una mujer de 54 años, que aseguró: Tijuana “es todo, tanto que aquí nací, tengo 54 años y he tenido la oportunidad de irme a vivir a Estados Unidos y no lo he hecho, sigo aquí trabajando, aquí están mis hijos, aquí tienen su carrera”.

Por Enrique Martínez

Capturas temporales de una ciudad temporal

Entonces ¿Tijuana es pura alegría? ¿Qué tiene el agua de la presa que hace que no importen más de 2000 homicidios al año que son cometidos en la ciudad? ¿Será verdad esa frase de TV Azteca “los buenos somos más”?

Más hundido en dudas que en respuestas me senté en una banca, miré a la gente pasar un rato, encendí un cigarro y tomé mi celular, abrí instagram y me topé con las fotos de compañeras de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, fotos que retrataban diferentes zonas del centro de esta frontera.

La primera foto tomada por Uriel Carrillo se coloca en la Calle Segunda de la Zona Centro, frente al mercado El Popo, uno de los mercados más oldies de la ciudad, con 90 años desde su apertura (Villicaña, 2020). Este es un lugar importante para el crecimiento de Tijuana como una urbanización, fue por muchos años un punto para el encuentro de los habitantes y su compra de víveres. 

La representación norteña en estos personajes: asombrerados y bien armados (con acordeón y guitarra) contrasta con las piñatas del fondo. Las piñatas son un símbolo con el que se suele representar a la cultura méxicana, figuras de cartón con adornos de papel maché, rellenas de dulces.

Las piñatas de la fotografía tienen forma de personajes de la cultura pop estadounidense: Mickey Mouse, Mimy Mouse, Iron man y Elmo; siendo una representación material de la traducción cultural que propone Félix Berumen (2005) en su libro La Frontera del Centro.

Berumen postula que la frontera funciona como una membrana que filtra las formas simbólicas de la cultura exógena, de esta manera los signos cambian su significado y se compenetran con la cultura popular del territorio geográfico que se encuentra en el núcleo del átomo social.

En la cultura gringa estos personajes son venerados como santos, uno va a los parques temáticos a tomarse fotos con las botargas y a comprar mercancía con sus rostros.

Algo paradójico de la cultura mexicana es que estos personajes adorados por los niños son puestos como piñatas, para que los niños les rompan las extremidades y el torso hasta que todos los dulces que se encuentran resguardados dentro terminen en el suelo, donde los niños competirán a garras y dientes por tomar la mayor cantidad posible, casi como un sacrificio divertido y empalagoso, pero de igual forma salvaje.

Otro elemento que destaca en la fotografía es el payaso que infla un globo mientras camina, junto con los señores de sombrero, hace parecer a Tijuana como si fuese una puesta en escena para el turista local o extranjero, y esta foto, tomada a un par de calles de la Avenida Revolución es el detrás de bambalinas. La preparación mental de los actores, el viacrucis por la papa, el montaje del escenario.

Después me topé con la fotografía de Mariela Torres capturada sobre la Calle Quinta de la Zona Centro, apuntando a la esquina colindante con la Avenida Constitución. Esta Avenida es categorizada por Josué Beltran (como se citó en Meza, 2015) como la Tijuana hecha para los tijuanenses en contraste con la Avenida Revolución que denomina la Tijuana de los turistas.

Esta categoría de la Avenida Constitución surge del hecho de que está revestida con negocios dirigidos al transeúnte recurrente: papelerías, taquerías baratas, puestos de burritos callejeros, bancos, telefónicas, oficinas.

Además es una calle que alberga sitios de taxis que conectan esta zona de la ciudad con la Zona Este, taxis que te llevan a la 5 y 10 o a la Presa, pasan por ahí, asimismo sus mayores transeúntes en un día normal -sin pandemia- son trabajadores y estudiantes.

Comenzando la lectura de la fotografía de izquierda a derecha, podemos ver un edificio de arquitectura moderna sede del banco BBVA, con líneas duras que ayudan a la composición y guían hacia las personas que caminan a la cámara.

En el fondo se alcanza a observar un local color azul con una franja amarilla, este edificio pertenece a una casa de empeño. Así los tijuanenses, entre defensores del capitalismo y compra/venta de artículos usados. En el lado derecho se puede observar unos taxis verdes con blanco que tienen por destino la colonia Nueva Tijuana. 

En primer plano y en desenfoque la fotógrafa colocó un poste de electricidad con un anuncio de búsqueda. Esta fotografía representa la cotidianidad de la ciudad, un día normal, sin faramallas, entre multitudes, líneas que van a todos lados, y personas desaparecidas. 

Las personas atrapadas en la fotografía entre el banco, una casa de empeño, taxistas sindicalizados y personas desaparecidas, hacen recordar la Tijuana que Sayak Valencia (2010) llama capital gore, una ciudad programada por el capitalismo para exprimir con violencia y sin piedad a sus habitantes.

Ya sea por la vía implícita, con bancos, casas de empeño y sindicatos, herramientas del capitalismo; o explícita con las miles de personas desaparecidas o asesinadas por la delincuencia organizada y los conflictos heteropatriarcales. Mientras tanto las personas caminan a sus destinos sin sospecha alguna, bajo un ambiente de normalidad.

Por último me topé con la fotografía capturada por Sandra Muñoz, ubicada en la Avenida Revolución en la esquina de la Calle Cuarta. Esta imagen funciona como una conclusión de las anteriores, uniendo símbolos que aparecen en las otras; las dos principales son la composición y el payaso.  

La composición es parecida a la fotografía de Mariela, los edificios están cargados del lado izquierdo, pero esta vez teniendo muchas interrupciones como para observar correctamente sus figuras. En el lado derecho una persona en primer plano desenfocada.

El payaso esperando el cruce mantiene en sus manos unos globos inflados, casi como si fuera la continuación de la fotografía de Uriel, donde aparece un payaso inflando los globos mientras camina. 

Otros símbolos que destacan son los logotipos de tres marcas: Domino’s, Soriana y Baristi.

Es interesante ver cómo predominan el panorama estos anuncios de empresas consagradas a nivel local o nacional, en una zona que inicialmente resguardaba restaurantes locales y tiendas de curiosidades mexicanas.

Además destaca por su repetición la propaganda del ayuntamiento que cuelga de los faros “¡Vive Tijuana!”, más que decorar parece estorbar al panorama.

En su mayoría podemos observar a personas jóvenes, los nuevos tijuanenses, a excepción del hombre mayor desenfocado que representa la Tijuana antigua casi en desvanecimiento frente a la nueva Tijuana protagonizada por empresas tan poderosas que puedes encontrar en otras ciudades. 

El edificio donde se encuentra el Baristi se llama Esquina Sara, titulado así por la Bodega Sara que hace años ocupaba esa esquina.

Este edificio es parte del grupo inmobiliario Cosmopolitan, mismo que se ha caracterizado por reactivar edificaciones que no se encuentran acorde a los requerimientos de la Tijuana moderna.

Fiamma Montezemolo menciona que Tijuana es una ciudad que vive anhelando el pasado para buscar su futuro, esta frase se vuelve realidad con la constante reconstrucción de la Avenida Revolución.

La revu es el pedacito de Tijuana más memorable, el más histórico y con más construcciones en sus 13 cuadras de extensión. La Esquina Sara fue el inicio de la reconstrucción masiva de esta avenida.

De igual forma podemos observar las palmeras que caracterizan esta calle en contraste con sus paralelas del centro, palmeras que hacen recordar que Tijuana tiene una playa que se asoma al pacífico y relajan el ambiente para el deleite del turista local o extranjero.

Esta fotografía, a pesar de tener similitudes en composición con las anteriores, representa el caos que se vive en una tarde-noche dentro de esta avenida, el bombardeo de imágenes y sonidos que chocan en los sentidos del transeúnte.

Por Enrique Martínez

Tijuana detrás del lente y la pantalla

Para cuando terminé el trip de adicto a las redes sociales entrometiéndome en la composición de estas fotografías ya le había mandado mensaje a el y las autoras.

El primer en contestar fue Uriel, mandó un audio que reproduje con el predicador de la calle tercera de fondo: 

Me gusta mucho caminar por esa calle -la calle segunda-, pareciera una parte del centro que aún está muy intacta, como constante a lo que era en un principio, por ese trip de que está ahí el viejo palacio municipal, está la catedral, está la Santa Cecilia, están todas estas tiendas ya de antaño, edificaciones que ya tienen mucho tiempo. Por ejemplo, dónde está el popo, pareciera que esta zona se mantiene así por el ojo turístico, como para llamar la atención de turistas, donde se presenta una idea o un simulacro de lo que es lo mexicano”. 

Sandra Muñoz me contestó cuando estaba en el taxi de vuelta a mi hogar en el Soler, así que de fondo tenía una conversación imperceptible de una pareja que susurraba apenas por el cubrebocas, la fotógrafa me contestó: 

La mayor parte de mis fotos son como por instinto, por reflejo, entonces yo no pensé mucho al momento de tomar esa foto, solamente me pareció muy atractivo ver al señor de payasito, por eso tomé la foto, pero creo que me permite pensar esta idea de que el centro de Tijuana ya no es el Centro de Tijuana, a las personas de la zona este les queda lejísimos el centro, pero es el punto de la ciudad donde converge toda Tijuana, por la ruta de los taxis o porque hay cosas que a fuerzas tienes que ir al centro a hacerlas, entonces el centro te ofrece un panorama muy amplio de la ciudad”. 

Para cuando llegué a mi casa, ya me había quitado los tenis, estaba intentando dejar de pensar para relajar los hombros y por fin dormir, sonó mi teléfono por un mensaje de Mariela Torres: 

Más que el espacio para mi era importante capturar la cotidianidad en contraste con el anuncio de “se busca”, ya que todo el centro está repleto de esos anuncios, todo transcurre con normalidad y están esos anuncios sin que nada pase, cada vez hay más y encuentras nuevos pero nada pasa, el tiempo se detiene en esos anuncios solamente, pero sabemos que en la realidad nada va a pasar, probablemente se deterioren con el tiempo pero creo que esos anuncios al final pareciera una analogía de lo que suele pasar con esos casos que suelen solo quedar ahí sin que pase el tiempo sin que nada se resuelva, la vida continua; pero estoy segura para las familias de los desaparecidos la vida se pausa y se queda atorada ahí por más que el tiempo avance. Tijuana es mi casa, un reflejo de lo que soy y lo que me conforma, siempre va a ser parte de mí, es lo que más quiero y lo que más odio”.

Entonces estuve la noche rodando por la cama pensando en Tijuana, con los ruidos de una ciudad que nunca duerme, a las dos comenzó la banda a tocar, a las tres imaginé al diablo bailando en un bar y no salí de la misma conclusión:

La mejor manera de entender a Tijuana es a través de su gente, de las personas que día con día pisan el viejo y craqueado concreto que constituye las banquetas.

Pero también viviendo Tijuana y pensando en ella con sus ruidos, en taxis tijuaneados, en sus colonias con calles de cráteres lunares, en sus bares, en sus monumentos, en su río casi seco, viendo sus cerros habitacionales y también de vez en cuando en la fila para cruzar a San Diego.

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