The grid: circuitos y recorridos

Cada ciudad es el escenario tridimensional donde jugamos el juego de la vida.
Por Geovanni Zamudio

The grid: circuitos y recorridos

Cada ciudad es un grid, es decir, una rejilla, como en la película TRON: Legacy (2010) donde el protagonista había creado un mundo para vivir en jeux (1). De esta manera, cada ciudad es el escenario tridimensional donde jugamos el juego de la vida. Vivir la ciudad es recorrer sus rutas, transitar sus vías, visitar sus mundos y en ocasiones también extraviarse. Entender la organización de la rejilla urbana es obligatorio para alguien que quiere sobrevivir.

La ciudad frontera es un nodo internacional, una ciudad que conecta con otra, del otro lado de un muro físico y de una frontera simbólica que divide América entre el Norte y el Sur, entre el subdesarrollo y el mundo moderno. Pero también adentro la ciudad es un conjunto de nodos. Con el Pacífico se abre paso a Ensenada, siguiendo la ruta costera de la carretera transpeninsular, y con el desierto conecta a través de la rumorosa con dirección al valle de Mexicali siguiendo hacia las dunas que avisan la llegada al gran desierto de Sonora.

Al interior, la ciudad es un laberinto de avenidas accidentadas con mala iluminación y pocos señalamientos, que se dispersan en avenidas menores, hacia calles lunares plagadas por cráteres y caminos semi rurales de terracería, que recuerdan las películas del Viejo Oeste. Es necesario ser un experto para recorrer la ciudad de lado a lado sin extraviarse. Sin embargo, no es extraño perderse en una colonia desconocida o en algún camino laberíntico entre casas de cartón, tablaroca reciclada y portones americanos.

null
Foto: Geovanni Zamudio

La Mancha urbana

La mancha urbana se abre como una enredadera de la esquina entre el mar y el bordo (donde rebotan los sueños). Hacia el sur, se extiende como una mano que estira sus dedos. La ciudad se abre paso entre cañadas y cerros. Junto al mar se levanta Playas de Tijuana, una colonia mexico-americana, que recuerda la vida playera de las películas norteamericanas de los 90’s, en un ambiente mexicano animado por música de banda y paisajes ruinosos, aceros carcomidos por la sal, turistas y migrantes dispersos.

Desde Playas un gran camino conecta con el centro, el lugar donde se toman los camiones. De ahí se llega a todas partes y de todas partes hay forma de llegar al centro. Después del centro se abre un valle que se extiende hasta la montaña. La ciudad es atravesada de lado a lado por un canal que viene hasta llegar al mar del norte, ya en el lado de los Estados Unidos. La canalización del Río está atravesada por una serie de puentes que conectan el lado sur con el lado norte de la ciudad. En las zonas aledañas al Río se extiende una gran diversidad de centros y áreas comerciales, tiendas, gasolineras, oficinas, bancos y zonas habitacionales de todas las formas y niveles sociales.

Saliendo de Playas, en dirección Este, se abre el periférico, una carretera semicircular, que rodea la ciudad de lado a lado, a través de una zona accidentada de cerros y cañadas. El periférico se abre paso hacia el sur conectando con Playas de Rosarito y llega hasta la 5 y 10, el segundo nodo de la red de transporte. En tiempos pre-urbanos, allá por la década de los sesenta, la 5 y 10 era el punto donde se tomaban los camiones foráneos, ahora es un nodo que conecta el centro con el Este de la ciudad. De la 5 y 10 en adelante se considera Este. La zona Este es dominada por la imponente presencia del cerro colorado, alrededor y detrás de la montaña se extienden algunas de las zonas más pobres y conflictivas de la ciudad.

Hacia el extremo norte, pegadas a la línea limítrofe entre los dos países, hay un par de colonias, lo más fronterizo de lo fronterizo. La colonia libertad, una de las colonias más antiguas. En dirección al Este se extiende la meseta de Otay, donde se encuentra el aeropuerto, la universidad y una de las zonas industriales más importantes de la ciudad. Pasando Otay, se abren paso una serie de barrios y asentamientos irregulares que de manera accidentada siguen el bordo hasta perderse en la distancia.

En un lunes de mucho trabajo y poco dinero, salen desde todos los rincones de la ciudad a gran velocidad una enorme variedad de vehículos: carros, camionetas y motocicletas, que desde las 4 de la madrugada, se amontonan de manera frenética en una de las tantas filas que se forman en las puertas de acceso a los Estados Unidos. Desde temprano y a lo largo de la mañana hay un ejército de empleados binacionales que, como hormigas de este gran hormiguero, corren para llegar temprano al trabajo o a la escuela, del “otro lado”.

Dentro de la ciudad el caos no es menor, desde el este, el centro o el sur, salen batallones de empleados, estudiantes, comerciantes y profesionistas de todos los tipos, que cruzan la ciudad para incorporarse a sus actividades diarias. Para ello hay que combatir los baches, el clima siempre cambiante, las reparaciones urbanas del gobierno, que parecen no tener fin, y un circuito urbano sin planeación que obliga al conductor a convertirse en un sobreviviente del juego de video: tj street’s, donde el reto es salir a la calle y regresar entero y sano por la noche.

(1) En jeux recordando la idea del juego social planteada Bordieu.

Geovanni Zamudio Santos es Maestro en Estudios Culturales por el COLEF y Licenciado en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras: UNAM. Es productor de música electrónica y ha escrito diversos ensayos, artículos de opinión y poemas. Tiene un interés particular en el estudio del espacio urbano y la cultura popular en la frontera.

Contacto:
geobastian@gmail.com

Total
0
Shares
1 comment
Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones Relacionadas
Leer Más

El arte de viralizar

Soy culpable por no ser lo suficientemente discreto; es verdad y es mi problema, soy responsable de ser extrovertido cuando estoy ebrio, de querer compartir mis gustos, y de dejarme llevar por mi fanatismo.
Leer Más

Welcome to Extravías

Extraviarse es perderse, pero también es estar fuera de la vía, fuera del camino. La intención es esa: hallar nuevos rumbos, pero también (re)descubrir otros, ya trazados, desde la historia, desde la locura o desde el placer.