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Cuento
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Si hubieras puesto un poco más de atención hubieras podido notar que ese hombre te estaba siguiendo, pero eso no pasó.
“La reina salió de su morada, decidida a encontrar a su hija. Dejó atrás el trono y puso al reino entero a unirse a la búsqueda. Algunos iban de pueblo en pueblo con los anuncios en mano tocando puertas y preguntando si habían visto a una joven de 16 años, de cabello color castaño, estatura de 1.57 m y que cuando se le vio por última vez traía puesto un vestido color celeste”.
“Una vez me bajé del taxi me di cuenta de que estaba oscuro y no había nadie. Me enfoqué en seguir caminando deprisa. En un momento, sentí un escalofrío y me abracé a mí misma, volteé hacia atrás y me di cuenta de que no muy lejos de mí había un hombre caminando”.
En eso, tu celular vibró. Un mensaje de tu amiga, una invitación. Lo tomaste, leíste. “¡Amiga! Te vi en el colegio hoy, no te veías muy animada… Hay que salir ¿sí?” Lo consideraste un momento, y al fin decidiste. ¿Qué cosa podría pasar?
Cuando era niña pensaba que las personas cuando mueren, pueden ver cómo la vida sigue, pero yo no veo más que el interior de esta horrible y apestosa maleta.
Alberto asiente con un Sí agobiado. Apenas alcanzo a tocar sus dedos con mi mano derecha. En voz baja y tratando de esconder el dolor le digo: “Ya ni la bañada”. Los dos no reímos un poco y tosemos por el exceso de polvo.
El mecanismo de tu boca se detiene a media palabra mientras parpadeas de reojo y te percatas de una especie de volcán en miniatura en el centro de la pecera. Te inclinas. Tres orificios, cuatro esquinas, tres colores diferentes.
“Escucho mis veloces latidos en un monitor de ritmo cardiaco. Estoy en un hospital, pero no recuerdo por qué. El registro del monitor alertó a los enfermeros. Enseguida, entra un hombre acompañado de dos mujeres. Ven que estoy despierta y las dos mujeres comienzan a revisar los aparatos conectados a mí”.
“Los sucesos te confunden. Sigues con la multitud sin conciencia de a dónde te diriges, el camino se divide. Una parte del grupo va hacia la protuberancia reseca y cafesosa. Las otras van de prisa, en busca de esa gran masa de agua azul para hidratarse”.
“La alarma para iniciar tu día suena y abres tus ojos con pesar, suspiras y piensas en lo fastidioso que es ese sonido y desactivas tu celular. Te sientas en la orilla de tu cama con ojos somnolientos pensando en el largo camino que harás a la universidad. Todos en tu casa aún siguen dormidos a esa hora del día, entonces la pantalla de tu celular se enciende mostrando la llegada de un nuevo mensaje”…