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Cuento
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Por Víctor M. Campos Pero no pude evitarlo. Ya pasaron tres semanas desde que nos vimos por última vez.…
Por Víctor M. Campos Me aplastan, no alcanzo el tubo, las llevo de perder. Soy un enano y…
La sangre es buena para todo. La sangre nueva cura males, la sangre vieja los empeora. Pero las…
Por Alessandra Sarmiento —¿Qué pasa? —Pasa todo y nada al mismo tiempo. He convivido tanto tiempo conmigo mismo…
Suficiente tenemos con aguantar la malilla en los tiempos malos, cuando todo se calma y no hay nadie en la calle que te quiera dar un peso, cuando juntamos apenas para comer un taco de vez en cuando.
Después de un momento, la gota se encontró en la oscuridad absoluta y cayó dentro de un cáliz, uno tan grande como lo es el universo y tan tangible como el tiempo mismo.
Logró escuchar pasos fuertes provenientes del lado contrario de la acera, su corazón comenzó a agitarse y apretó las correas de la mochila que sujetaba con cada mano en su pecho.
“Me estuve preguntando por él. Me imaginé cómo sería de cerca e incluso qué aroma desprendería su ropa”.
“Sonrió, quizá le parecía divertido, pero a mí todo esto de la maternidad me daba vueltas, me asustaba demasiado.”
Y a él, le sangraban las manos de tanto aplauso frenético, se le rasgaba la garganta de tanto grito de asombro y se le aborrascaba la visión de tanta lágrima enamorada.