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Cuento
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“—¡Perra suerte! —grité antes de que mi cabeza se estrellara contra el suelo… Yo sé que era el infierno, y que ni el diablo me quiso, por eso estoy aquí; muerto en vida.
Vero sentada en tu pierna no deja de pasar sus deditos ensalivados por tu cara, hasta que alguna cosa en el suelo la distrae y la bajas para que lo tome. En tu pantalón queda dibujado un círculo de orina.
Steven se levantó esa mañana con una extraña sensación, un hormigueo que le recorría la punta de los pies y se encaminaba por su entrepierna hasta llegar al pecho. Los ayeres y las mañanas estaban mezclados, con esfuerzo recordaba quién era y dónde estaba.
Ni todas las luces de Las Vegas y su parafernalia podían darle felicidad, solamente el imaginario sonido de monedas cayendo al suelo creaba arritmia en su corazón, pero su vista no era como él lo desearía y sus bolsillos eran livianos.
Las cosas zumban pero no hay abejas, el piso y su tierra son un mar que no se reconoce a sí mismo, y Rosario, bueno, ella no recuerda cómo mover sus manos, cómo empujar el suelo, cómo ser un bípedo que se viste de blanco.
Y todos se conjugaron en copretérito alrededor de chillantes trompetas, motas de colores, y pedacitos de luz que se amontonaban en el suelo. Todos se llenaban el cuerpo de alcohol, de comida, de ridículos trajes, de falsos discursos.
Era otoño, el sol parecía maldecir a Tijuana ese día, a pesar de que en la mañana hacía frío ella decidió vestirse con ropa muy ligera porque sabía que el calor advendría. Incluso con las debidas precauciones, llevaba por encima más sudor que piel.
Era tan tonto al vestirme Nü metal-aún me causo decepción-…
aquellas fotos tan uncool… (abrigo) laástima por ellas por que en la mayoría parezco seguidor de Caifanes b(v)oy/a llorar ñ.ñ
Desperté a las seis de la mañana después de estar en la cama recordando y asimilando la noche que pasamos juntos, decidí levantarme, tenía tanta sed que podría haberme tomado toda el agua del mundo y aun así no saciarla…
Sonó el teléfono a las diez de la mañana. Nunca me ha gustado contestar, prefiero dejar que suene, suene y suene hasta que la persona del otro lado crea que no hay nadie.