Por Enrique Gonzalez Orozco
Al puro estilo de la Cuba revolucionaria de inicios de los sesenta, o la manera de los ajusticiamientos realizados por los bolcheviques después de la guerra civil en contra del Ejército Blanco, la derecha mexicana se encargó de realizar un juicio ciudadano en contra del actual presidente de México como parte del evento “Por amor a México”.
En este evento un “jurado popular”, se enjuició a AMLO -pasando del teatro electoral al teatro revolucionario- y se le declaró culpable de diversos delitos, entre ellos: traición a la patria, genocidio, crimen organizado y crímenes electorales.
En la ceremonia -como todo buen acto de la burguesía y pequeña burguesía- se entonó el himno nacional en memoria del “gran país” por el que luchan estas personas. Sí, me refiero a esa clase política que por décadas -sino siglos- se ha encargado de acaparar el poder económico y político, la misma clase política que hace unos años se encargó de la privatización de recursos naturales y, décadas antes, de las empresas estatales.
La marcha llevaba por nombre “Por amor a México”: por amor al México conocido, donde el clasismo, el racismo y el sexismo definen las relaciones sociales, donde son la norma. Con ello no estoy argumentando que la actual administración esté realizando trabajos para eliminar ese establishment de la sociedad mexicana. De todas formas, este mitin logra manifestar el carácter reaccionario de estas agrupaciones. Para todos aquellos que piensen que se trata de una organización “revolucionaria”, cuidado, que les están dando gato por liebre, como diría un profesor que tuve hace un tiempo.
Es irónica la manera en que se realizó este acto “cívico”, ¿se imaginan ustedes el revuelo en los medios de comunicación que generaría un mitin del Partido Comunista, con el mismo fondo de estos especímenes? O no vayamos tan lejos, ¿qué decían de las mujeres que salieron a protestar el pasado ocho de marzo?
Cabe destacar que no estoy ni por poco en contra de los mítines, de hecho, me parece una manera muy atractiva de hacer política, pero, una vez más, ¿no se le había acusado al presidente de “populista” precisamente por esos mismos actos?
Todo ello sin mencionar la errónea aplicación de algunos términos que, en lugar de generar conciencia política , solo la deterioran. Por ejemplo, la utilización del mote de “dictador” que según su definición es “soberano que recibe o se arroga el derecho de gobernar con poderes absolutos y sin someterse a ninguna ley”. Su utilización sólo genera una tergiversación de la palabra que, para cuando estemos frente a un dictador como tal, ya no tendrá impacto alguno, así como ocurrió con el ascenso del fascismo poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial.
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Para finalizar, los invito a reflexionar sobre estos actos seudo políticos que apelan principalmente a una clase reaccionaria disfrazada de la socialdemocracia alemana de Rosa Luxemburgo para luego persuadir a otras personas ajenas a su clase con sus actos que apelan al pathos. La derecha está utilizando métodos propagandísticos poco ortodoxos para tratarse de una derecha neoliberal del siglo XXI. Cuidado amigos, cada vez estos actos toman más fuerza y cada vez se observan más numerosos, supongo que ustedes lo pueden deducir…
Un verdadero acto de amor a México, más allá de sentarse en el banquillo y señalar al culpable que debe ser enviado a la guillotina, sería involucrarse en problemas concretos que afectan a la sociedad mexicana, demasiados como para intentar mencionarlos en este texto. Estas personas que supuestamente abogan por la reconciliación de clases, son las misma que la acentúan. El presidente no se queda atrás en ello, por cierto, pero ya habrá tiempo para dedicarle otro texto.