por Andrea Espinoza P.
Un 12 de junio de 1958 en Piedras Negras, Coahuila, nació una niña a quien llamarían Marisela. Su apellido era Escobedo. Aún en los brazos de su madre, ella no se imaginaba que cuando fuera una mujer sería enfermera, que se casaría con un hombre llamado José y tendría una familia o que sería madre de dos niños y una niña.
Tampoco se imaginaba que viviría la cruda experiencia de perder a su hija, Rubí Marisol, de solo 16 años, quien fue víctima de feminicidio en el año 2008 cometido por su pareja Sergio Barraza.
La pequeña Marisela, quien aún no necesitaba apellido, no sabía que dejaría la enfermería para, con sus propios recursos, rastrear al asesino de su hija y entregarlo a las autoridades.
No se imaginaba la rabia que sentiría al ver que el sistema de justicia mexicano dejaba libre e impune a Barraza.
En la seguridad del pecho de su madre, ignoraba que sería activista de tiempo completo para exigir justicia por el asesinato de su hija, ni que se convertiría en un símbolo de la lucha contra la impunidad en México.
Marisela tampoco se imaginaba que tras dos años de desgaste y lucha junto a varias amenazas de muerte, un 16 de diciembre cerca de la navidad de 2010, sería ejecutada frente al Palacio de Gobierno de Chihuahua por “El Wicked”, José Enrique Jiménez Zavala.
Su asesinato, igual que el de su hija, sigue impune hasta la fecha ya que sus perpetradores fueron asesinados antes de pisar la cárcel.
Actualmente la familia que le queda reside en Estados Unidos como exiliados; huyeron de las amenazas y la violencia perpetrada en su contra por organizaciones criminales.
Todos en México saben que Marisela se apellida Escobedo y no por razones que les orgullezca. Su nombre y su caso representan todas las historias de feminicidio que han quedado, quedan y lastimosamente quedarán impunes.
Ingrid Escamilla, Jessica González, Fátima Cecilia, Abril Pérez Sagaón, son algunas de las mujeres cuyos casos de feminicidio son conocidos a nivel nacional. En el estado de Baja California resuenan los casos de Marbella Valdez Villarreal -estudiante de derecho de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC) asesinada a principios de 2020- y Diana Gómez Piggeonountt -estudiante de la Preparatoria Federal Lázaro Cárdenas (PFLC) que el pasado 8 de junio cumplió 3 años en calidad de desaparecida-.
Todas ellas junto a muchas otras mujeres forman parte de una estadística alarmante. En 2021, según datos del INEGI, cada día 10 mujeres son asesinadas en nuestro país.
La estadística ha hecho ruido por los rincones del mundo, lo que llevó a producir obras literarias y cinematográficas que exponen el caso de Marisela y Rubí, entre otros, como un ejemplo de la problemática sufrida.
El documental Las Tres Muertes de Marisela Escobedo producido por VICE y SCOPIO se encuentra actualmente disponible en Netflix y profundiza en el caso. El libro Ya no somos las mismas y aquí sigue la guerra, según el portal Efemenista, es una obra que “reúne textos escritos por mujeres periodistas y activistas […] con el objetivo de relatar la lucha contra la violencia desde sus cuerpos, que […] siempre terminan por acoger esta parte tan significativa de México”.
“Que su nombre, su rostro y su lucha jamás sean olvidados”. Comentario de Taide Larrache Casimiro, una mujer como Marisela y todas las del mundo. Así se conmemora el natalicio de Marisela Escobedo.
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