Fotograma de Never Rarely sometimes Always

“Never Rarely Sometimes Always” de Eliza Hittman

Eliza Hittman dirige “Never Rarely Sometimes Always” que fácilmente podría direccionarnos a territorio cliché.

Por Bianca Arvizu

Una vez enterados de su temática, Never Rarely Sometimes Always tiene una traducción interpretativa e inmediata, que fácilmente podría direccionarnos a territorio cliché. No obstante, inspirada en su buen gusto, la directora Eliza Hittman acierta con un inicio ambientado en la idea de la pubertad.  

Descubrimos a Autumn (Sidney Flanigan) en el escenario, afligida por el sentimiento de ser observada y juzgada mientras interpreta con vulnerabilidad y honestidad una canción. De entre el mar de adolescentes, uno le grita “puta”; sentados no muy lejos de él, los familiares de Autumn lo escuchan, la única que le expresa empatía es su prima Skylar (Talia Ryder)

Autumn vive rodeada de cosas disonantes, tanto en su hogar como en su trabajo. Su entorno parece olvidar la idea del respeto y su inesperado embarazo se torna en un peso más en la lista. Con solo 17 años, Autumn no se siente lista para ser madre. 

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Hittman explora y profundiza en la sencillez de su nuevo filme, un tema que siempre ha sido importante, y que ahora la modernidad nos permite enfrentar con mayor franqueza. Como lo es la exposición de las grietas que toda mujer debe esquivar, sin importar si entienden o no los límites morales que los demás tienen hacia ellas, o si fueron capaces de llegar ilesas y encontrar ayuda. 

“Never Rarely Sometimes Always” nos deja en la segunda fila como espectadores, cediéndole el paso a Skylar, quien por decisión y empatía propia, comparte el peso emocional con Autumn durante su precipitado viaje a Nueva York, en donde le será posible concretar su aborto. 

Esta sensación la refuerza la propuesta realizada por la consagrada cinefotógrafa Hélène Louvart, quien muchas veces comienza planos partiendo de los ojos azules e inocentes de Skylar y finalmente llega hacia Autumn, logrando sumergirnos en su preocupación y admiración por ella.

Siempre es valioso encontrar a una mujer directora que logra entender y detallar el abuso de poder, muchas veces parcialmente invisible pues suele tomar diferentes formas, pero que existe por montones durante nuestro crecimiento.

En esta pieza se esconde el verdadero talento de Eliza Hittman; una facilidad en ordenar cada elemento presentado con una mirada acertada y nada preocupada de equivocarse, pues siempre queda claro su amor al exponer el miedo, uno que no ha dejado en paz a las mujeres a pesar del paso del tiempo, y que se sabe capaz de darles aliento con su película.

Bianca Arvizu (autora de la nota)  cofundadora de la casa productora de medios audiovisuales Producciones Contraluz junto con Marlon Morales. Directora de fotografía de cortometrajes tales como “Horas de Expreso” (2020), “ Cortando Sangre” (2018), “Emma o las incoveniencias de un suicidio” (2018) entre otras.

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