Por Bianca Arvizu
Pieces of a Woman muestra el camino que recorren Martha (Vanessa Kirby) y Sean (Shia LaBeuof) tras perder a su esperada y querida hija, a quien por consecuencia de un parto complicado, apenas les fue posible contemplarla en sus brazos cuando la partera les advierte lo inevitable.
El nuevo filme de Kornél Mundruczó atrapa desde las primeras escenas con su ya aclamada toma en plano secuencia de larga duración. El propósito de esta, aunque se reduce a la obvia explotación de tensión atmosférica, nos conduce por interesantes vertientes inherentes de los personajes.
La guionista Kata Wéber expone su propia experiencia en esta historia y busca condensar el tiempo en pantalla, escogiendo meticulosamente los elementos que entran en su propuesta, a tal punto que los usa como encarnaciones directas de su protagonista, ayudando a sumarle complejidad y evitando tener derroches poéticos en sus diálogos.
LECTURA RECOMENDADA -> “Another Round” de Thomas Vinterberg
Martha experimenta la pérdida de una vida que no alcanzó a contemplar como suya. La disposición e interés que anteriormente proyectaba hacia todo lo demás se pierde y el contexto que la rodea parece determinado a recordarle constantemente su dolor.
Es en aquella búsqueda inconsciente sobre concretar un instinto materno que Pieces of a Woman construye un panorama con el aire pesado, cargado de situaciones que llegan a lugares ya explorados, pero que al final, sí dejan un rastro de consciencia e interés por proyectar el peso y las dificultades en cualquier historia de superación.
La integración de Sean en los problemas de Martha hace difícil la disposición del público para intentar interpretar o disfrutar el papel de Shia como algo fuera de su ya marcado cuadro actoral, en el cual el deceso moral, la infidelidad, la inevitable y completa perdición personal son la constante.
El director de fotografía Benjamin Loeb concentra su entendimiento contemporáneo y lo mezcla con un instinto expresionista bien regularizado, logrando meter precisas dosis de imágenes líricas, sin salirse nunca de los límites comerciales.
Mundruczó y Wéber compenetran su visión en una pieza mayormente mediana, en la que los méritos tienen que ver con su habilidad casi perfeccionista, para evitar caer en los huecos narrativos que tanto molestan de las propuestas actuales, y dejando la impresión de que seguirán buscando maneras de acercarse al cine que los represente.
Las partes que más disfruté del filme, terminaron pareciendo banales y burdas, pero es en las tantas tomas de las manos de Martha, que querían decir o parecían querer decir, que había cosas que podía o no tocar, y que las volvía entonces existentes, que realmente me volvieron incapaz de expresar una opinión negativa.
Bianca Arvizu (autora de la nota) cofundadora de la casa productora de medios audiovisuales Producciones Contraluz junto con Marlon Morales. Directora de fotografía de cortometrajes tales como “Horas de Expreso” (2020), “ Cortando Sangre” (2018), “Emma o las incoveniencias de un suicidio” (2018) entre otras.
1 comment