Ni todas las luces de Las Vegas y su parafernalia podían darle felicidad, solamente el imaginario sonido de monedas cayendo al suelo creaba arritmia en su corazón, pero su vista no era como él lo desearía y sus bolsillos eran livianos.
Minerva Margarita Villarreal no intenta nombrar lo desconocido, construye alrededor de ello para darle sentido a la relación más antigua de la humanidad: lo divino.
Destacan la crítica social, el humor negro, el contexto histórico, social y político que se manejan y de manera certera retratan, como siempre lo hace el autor, la realidad más cruda de una sociedad
Hola, hace mucho tiempo que he querido decirte mis pensamientos, mis frustraciones, pero sobre todos mis deseos. Esos deseos que me han carcomido el alma y el corazón desde la niñez.
Me llamó el amor de mi vida. Era un operador telefónico del banco Santander.
Largas líneas que juraban la eternidad de los dos después de la muerte y una casa repleta de hijos y comida en la mesa.
“…había conocido a Parra desde los ojos de otras personas, en diferentes revistas, documentales, artículos de análisis; la única intimidad real la habíamos tenido en los libros, a través de sus versos, merecía mi propio duelo y mi propia forma de lídearlo.”
Ahora,
todo lo que duele tiene nombre:
achaques de la edad, dolor post-marital,
dolor pre-marital,
cansancio de trabajo.
Las cosas zumban pero no hay abejas, el piso y su tierra son un mar que no se reconoce a sí mismo, y Rosario, bueno, ella no recuerda cómo mover sus manos, cómo empujar el suelo, cómo ser un bípedo que se viste de blanco.
Habiéndole sacrificado, convirtió su fe en Chuy. Desde antes planeaba dejar el críco, y pronto decidió también abandonar el cigarro. Rasuró su abultada barba, olvidó las jeringas y se volvió pastor.