“No solo me has robado / más de un beso, / sino que privas a las palabras / de todo su peso…”
Vero sentada en tu pierna no deja de pasar sus deditos ensalivados por tu cara, hasta que alguna cosa en el suelo la distrae y la bajas para que lo tome. En tu pantalón queda dibujado un círculo de orina.
Pensar la condición geográfica de la ciudad de Tijuana ha sido una constante en el arte fronterizo. En la doble relación entre frontera e identidad surge el espacio como la arena de batalla donde los artistas ponen en juego arduos procesos de (re)significación y (re)invención. En ellos encontramos maneras distintas de comprender la ciudad, pero también se revelan nuevas formas de vivir la intimidad.
Lo que digo es que el poema significa para el cuerpo un tercer ojo, una visión amplia y mayor de lo que se conoce, de lo que apenas se cree saber.
Me espera regaño. Fue clara cuando dijo que era sólo trabajo, que hoy no, pero podríamos volver. Decidí no escucharle. Grata la sensación: hundirme en el mar y soplar desde abajo con la cabeza hendida…
Están en busca de prendas viejas, documentos de valor y de amores corroídos.
La ciudad y el lector se reconstruyen unilateralmente, mediante un proceso lento y conciso que busca retomar lo que podría considerarse perdido.
«Estas palabras son pájaros labios/electrocutados por tu orfandad…»
Steven se levantó esa mañana con una extraña sensación, un hormigueo que le recorría la punta de los pies y se encaminaba por su entrepierna hasta llegar al pecho. Los ayeres y las mañanas estaban mezclados, con esfuerzo recordaba quién era y dónde estaba.
Tanto abatí el latir para que no se me negara la gracia. Quise entrar al reino santificado, sentarme ante los pies de mi maestro intangible. Sólo conseguí proclamar un rechazo ante mi imagen.