Fotografía: Valeria Almaraz
Por Vicente Herrera
Tres minificciones por Vicente Herrera
¿Y esos cabrones por qué vienen en chinga?
Huyen de la muerte. No saben a dónde van. No saben que apresurán su destino.
Corren.
No comen ni respiran ni piensan. El camino se hace corto. Alcanzan a la muerte.
La extrañísima reacción de los toltecas fronterizos cuando recibieron la noticia de aquel fulano chichimeca que venía del otro lado cargado de chelas, vino, panquecitos, pavo, galletas, chocolates y regalos para sus hijos, un veintitantos de diciembre:
–Lo encajuelaron.
Un Teyolía forajido.
Me quedan ocho días para hacer todo lo que quiero, todo lo que quise.
–¿No te alcanzó el tiempo de vida?
–No. Cállate tonalli, tú eres alimento para la tierra, no deberías andar rondando por aquí.
¡Puf!…
Ocho días nada más. Salgo del Tropical, cruzo la calle y entro al Chavelas.
–¡Tú no puedes estar aquí!– me grita un horrendo cristiano.
–Tú tampoco… ¿Cómo puedes verme, eres brujo o qué?
–¡Largo de aquí espíritu del mal!
Esta no es la casa de Dios, pensé. Salgo. Camino por la acera y leo: “Bethel”. Be-thel… Be-the-al-in-fi-er-no…
Llega la muerte, perdón: El Muerto de Tijuana. ¿Ya vienes por mí? Le pregunto. “Hoy no. Te restan ocho días. A los budistas sólo les doy tres”. Ah, ya sabía yo, ¡Je!… Je.
¡PUTA MADRE, DE LA QUE ME SALVÉ!
Ocho días entonces, hmm. Los ocho días los pasé de fiesta, bien a la mexicana, con unas adelitas… ya mero me despido. Mejor de una vez, que se vean las pocas ganas que tengo de irme.
Los gringos me dicen squatter, los cristianos forajido, los vagabundos Teyolía. Yo nomás soy el ánima del cabrón que mataron en el teibol el otro día.
Vicente Arturo Herrera Herrera, nacido y criado en Tijuana. De lunes a viernes estudio Literatura, los fines de semana se los dedico de lleno a la cerveza, a la música, a las series, a las películas, a las fiestas, a los memes… en resumen, al desmadre y al ocio.
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